Página 80 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
frutos de justicia. Su lenguaje es: “¿Qué más se había de hacer
a mi viña, que yo no haya hecho en ella?”
Isaías 5:4
. Pero esta
viña plantada por Dios se inclinó a tierra, y enlazó sus zarcillos en
derredor de soportes humanos. Sus ramas se extienden ampliamente,
pero lleva los frutos de una viña degenerada. Su Señor declara:
“Esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas silvestres.”
Isaías
5:4
.
El Señor otorgó grandes bendiciones a su iglesia. La justicia
exige que ella retribuya estos talentos con creces. A medida que
aumentaron los tesoros de la verdad a ella confiados, sus obligacio-
nes aumentaron también. Pero en vez de aprovechar esos dones y
avanzar hacia la perfección, ella apostató de aquello que había alcan-
zado en su primera condición. El cambio de su estado espiritual se
produjo gradual y casi imperceptiblemente. A medida que empezaba
a buscar la alabanza y la amistad del mundo, su fe disminuyó, su
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celo languideció, su ferviente devoción fué reemplazada por un for-
malismo muerto. Cada paso hacia el mundo la fué alejando de Dios.
A medida que la iglesia cultivó el orgullo y la ambición mundanal,
el Espíritu de Cristo se apartó de ella y la emulación y contienda
penetraron en ella para distraerla y debilitarla.
Pablo escribe a sus hermanos de Corinto: “Porque todavía sois
carnales: pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y disen-
siones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”
1 Corintios 3:3
.
Es imposible para la mente absorbida por la envidia y la contienda
comprender las profundas verdades de la Palabra de Dios. “Mas el
hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de
examinar espiritualmente.”
1 Corintios 2:14
. No podemos enten-
der correctamente ni apreciar la revelación divina sin la ayuda del
Espíritu por el cual fué dada la Palabra.
Los que han sido designados para cuidar los intereses espirituales
de la iglesia deben esmerarse por ser un buen ejemplo sin dar ocasión
a la envidia, los celos o las sospechas y manifestar siempre el mismo
espíritu de amor, respeto y cortesía que desean estimular en sus
hermanos. Deben prestar diligente atención a las instrucciones de
la Palabra de Dios. Refrénese toda manifestación de animosidad
o falta de bondad; arránquese toda raíz de amargura. Cuando se
levantan dificultades entre hermanos, debe seguirse estrictamente la