Página 121 - Mente, C

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La depresión
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horizonte de su experiencia; pero la esperanza del cristiano no reposa
sobre el arenoso fundamento de los sentimientos. Los que obran
basándose en principios contemplarán la gloria de Dios más allá
de las sombras, y descansarán en la segura palabra de la promesa.
No dejarán de honrar a Dios, por oscura que parezca la senda. La
adversidad y la prueba sólo le darán la oportunidad de manifestar su
sinceridad, a la vez que su fe y su amor.
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Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia
de que Dios haya cambiado. El es “el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos”. Es posible estar seguro del favor de Dios cuando se es capaz
de sentir los rayos del Sol de justicia; pero si las nubes envuelven
su alma, no debemos creer que hemos sido abandonados. La fe
debe atravesar las tinieblas. El ojo debe estar fijo en Dios, y todo
nuestro ser se llenará de luz. Hay que tener siempre ante la mente
las riquezas de la gracia de Cristo. Atesoremos las lecciones que
proporciona su amor. Que nuestra fe sea como la de Job, para que
podamos decir: “Aunque él me matare, en él esperaré”. Aferrémonos
de las promesas del Padre celestial, y recordemos la forma como nos
trata; porque “todas las cosas les ayudan a bien... a los que conforme
a su propósito son llamados”.—
The Review and Herald, 24 de enero
de 1888
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