Página 269 - Mente, C

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El modo correcto de pensar
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importancia, el intelecto se atrofiará y debilitará. Pueden surgir in-
termitentemente algunos pensamientos brillantes; pero la mente no
estará adiestrada para la reflexión sostenida y sobria. Hay temas
que requieren seria consideración... Al meditar en estos temas de
interés eterno, la mente se fortalece y el carácter se desarrolla.—
The
[695]
Review and Herald, 10 de junio de 1884
.
Los pensamientos dejan su huella indeleble en el alma
Absténganse de todo mal. Los pecados comunes, por insignificantes
que se los considere, malograrán su concepto de lo moral, y borrarán
la impresión del Espíritu de Dios. El carácter de los pensamientos
deja su impronta en el alma, y toda conversación de bajo nivel con-
tamina la mente. Toda mala obra arruina al que la lleva a cabo. Dios
perdona al pecador arrepentido, pero aunque esté perdonado, su alma
estará malograda; la posibilidad que tiene la mente intacta de tener
pensamientos elevados, está destruida en este caso. El alma llevará
para siempre las cicatrices. Por lo tanto, busquemos esa fe que obra
por el amor y purifica el corazón, para que podamos representar el
carácter de Cristo ante el mundo.—
The Review and Herald, 8 de
diciembre de 1891
;
Fundamentals of Christian Education, 195
.
Rodeemos el alma de una atmósfera pura
—No deberíamos
ser entremetidos o importunos, sino vivir sosegadamente nuestra re-
ligión, con la vista puesta en la gloria de Dios... Entonces brillaremos
como luces en el mundo, sin ruido ni aspaviento. No necesitamos
fracasar, porque está con nosotros Uno que es sabio en sus consejos,
excelente en sus obras y poderoso para cumplir sus propósitos. Obra
por medio de sus instrumentos, visibles e invisibles, humanos y di-
vinos. Esta obra es grandiosa, y será llevada adelante hacia la gloria
de Dios, si todos los que se relacionan con ella efectúan sus tareas
de acuerdo con su profesión de fe. La pureza de pensamiento debe
estimarse indispensable en la obra de salvar a otros. El alma debe
rodearse de una atmósfera pura y santa, una atmósfera que tienda a
vivificar la vida espiritual de todos los que la respiren.—
HHD 318
(1896)
.
Contribuir con toda energía (consejo a una joven)
—No se
puede sostener la vida del alma a menos que se la ponga en sujeción
a la voluntad de Dios. Hay que aplicar toda energía para hacer
[696]
la voluntad divina. Si nuestros pensamientos permanecen en Dios,
serán guiados por el amor y el poder divinos. Por lo tanto, mi querida