Página 89 - Mente, C

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El pesar
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hacia la patria celestial. Pero muchos agravan el peso de la vida al
cargarse continuamente de antemano con aflicciones. Si encuentran
adversidad o desengaño en su camino, se figuran que todo marcha
hacia la ruina, que su suerte es la más dura de todas, y que se hunden
seguramente en la miseria. Así atraen la desdicha y arrojan sombras
sobre cuanto los rodea. La vida se vuelve una carga para ellos.
Pero no es menester que así sea. Tendrán que hacer un esfuerzo
resuelto para cambiar el curso de sus pensamientos. Pero el cambio
es realizable. Su felicidad, para esta vida y para la venidera, depende
de que fijen su atención en cosas alegres. Dejen ya de contemplar
los cuadros lóbregos de su imaginación; consideren más bien los
beneficios que Dios esparció en su senda, y más allá de éstos, los
invisibles y eternos.—
El Ministerio de Curación, 191 (1905)
.
Cuando se proyecta una sombra
—No es bueno reunir todos
los recuerdos desagradables de la vida pasada, sus iniquidades y de-
sengaños, hablar de estos recuerdos y llorarlos hasta estar abrumados
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de desaliento. Un alma desalentada está llena de tinieblas, impide
que a su propio corazón llegue la luz divina, y proyecta sombra en
el camino de los otros.—
El Camino a Cristo, 119 (1892)
.
Hablemos más de las bendiciones y menos de las pruebas
Es grande la misericordiosa bondad con que el Señor nos trata.
Nunca dejará ni olvidará a los que confían en él. Si pensáramos y
habláramos menos de nuestras pruebas, y más de la misericordia
y la bondad de Dios, nos sobrepondríamos a una buena parte de
nuestra tristeza y perplejidad. Hermanos míos que pensáis que estáis
entrando en la senda tenebrosa, y que tal como los cautivos de
Babilonia debéis colgar vuestras arpas sobre los sauces, convirtamos
la prueba en un canto de gozo.
Podéis decir: ¿Cómo puedo cantar con una perspectiva tan os-
cura delante de mí, con esta carga de aflicción y dolor sobre mi
alma? ¿Pero nos han privado las aflicciones terrenales del Amigo
todopoderoso que tenemos en Jesús? El maravilloso amor de Dios
manifestado en el don de su amado Hijo, ¿no debería ser constan-
temente un tema de gozo? Cuando llevemos nuestras peticiones
al trono de la gracia, no olvidemos de ofrecer también himnos de
agradecimiento. “El que sacrifica alabanza me honrará”.
Salmos
50:23
. La vida eterna de nuestro Salvador nos proporciona un mo-