Página 290 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
debería hacerlo, se siente contenta si aparece una oportunidad o una
excusa para desembarazarse de los cuidados y las responsabilidades
del hogar, y para permitir que otros cumplan los deberes en el seno
de su familia. En realidad debería educarse para que éstos le llegaran
a gustar. No podrá hacer su parte como esposa y madre hasta que se
entrene en este sentido. Le falta confianza en sí misma. Es tímida,
retraída y desconfía de sí misma. Tiene una opinión muy pobre
de lo que hace, y esto la desanima, de manera que se detiene y no
hace más. Necesita que se la anime; necesita palabras de ternura y
afecto. Tiene buen espíritu. Es humilde y tranquila, y el Señor la ama;
no obstante, debería hacer esfuerzos ímprobos para corregir esos
defectos que contribuyen a que su familia sea infeliz. La práctica en
estas cosas le dará confianza en sus propias habilidades para hacerlas
bien.
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Usted y su esposa tienen caracteres opuestos. A usted le gusta
el orden y la limpieza, tiene muy buen gusto y gobierna las cosas
bastante bien. Como marido, es un poco rígido y exigente. No se
conduce como para despertar en su esposa confianza y familiaridad.
Sus deficiencias lo han inducido a considerarla inferior a usted, y
han contribuido a que ella se sienta así también. Dios la estima
mucho más que usted; porque los caminos suyos son torcidos para
él. Por causa de su esposa y de sus hijos, y por otras razones además,
debería corregir sus deficiencias y mejorar en las cosas en que ahora
falla. Podría lograrlo si se empeñara suficientemente.
A Dios le desagrada el desorden, el descuido y la falta de proli-
jidad en cualquier persona. Estas deficiencias son males graves, y
tienden a disminuir el afecto del esposo por la esposa, cuando éste
ama el orden, hijos bien disciplinados y una casa bien administrada.
Una esposa y madre no puede lograr que el hogar sea agradable y
feliz a menos que ame el orden, conserve su dignidad y administre
bien; por lo tanto, todos los que fallen en estos puntos deberían
comenzar en seguida a educarse en este sentido, y cultivar exacta-
mente las mismas cosas en las cuales la deficiencia es mayor. La
disciplina hará mucho en favor de los que no tienen estas cualidades
esenciales. La hermana R se rinde ante estos defectos, y cree que
no puede hacer las cosas de modo diferente. Cuando hace la prueba
y no logra ver una mejoría definida se desanima. Esto no debe ser
así. Su felicidad y la de su familia dependen de que se levante y