Página 344 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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La temperancia cristiana
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro
cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1 Corintios
6:19-20
.
No nos pertenecemos. Hemos sido comprados a un precio ele-
vado, a saber, los sufrimientos y la muerte del Hijo de Dios. Si
pudiésemos comprender plenamente esto, sentiríamos que pesa so-
bre nosotros la gran responsabilidad de mantenernos en la mejor
condición de salud, a fin de prestar a Dios un servicio perfecto. Pero
cuando nos conducimos de manera que nuestra vitalidad se gasta,
nuestra fuerza disminuye y el intelecto se anubla, pecamos contra
Dios. Al seguir esta conducta no le glorificamos en nuestro cuerpo
ni en nuestro espíritu que son suyos, sino que cometemos lo que es
a su vista un grave mal.
¿Se dio Jesús por nosotros? ¿Ha sido pagado un precio elevado
para redimirnos? Y, ¿no es precisamente por esto por lo que no nos
pertenecemos? ¿Es verdad que todas las facultades de nuestro ser,
nuestro cuerpo, nuestro espíritu, todo lo que tenemos y todo lo que
somos, pertenecen a Dios? Por cierto que sí. Y cuando comprende-
mos esto, ¿qué obligación tenemos para con Dios de conservarnos
en la condición que nos permita honrarle aquí en la tierra, en nuestro
cuerpo y nuestro espíritu que son suyos!
Creemos sin duda alguna que Cristo va a venir pronto. Esto no es
una fábula para nosotros; es una realidad. No tenemos la menor duda,
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ni la hemos tenido durante años, de que las doctrinas que sostenemos
son la verdad presente, y que nos estamos acercando al juicio. Nos
estamos preparando para encontrar a Aquel que aparecerá en las
nubes de los cielos escoltado por una hueste de santos ángeles, para
dar a los fieles y justos el toque final de la inmortalidad. Cuando
él venga, no lo hará para limpiarnos de nuestros pecados, quitarnos
los defectos de carácter, o curarnos de las flaquezas de nuestro
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