Página 467 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 2 (1996)

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Aceptando la cruz de la verdad
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Dios, él se apartará de vosotros. Su mano puede desparramar más
rápido que lo que podéis recoger.
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Mateo 16:26
.
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Usted, mi querida hermana, necesita una conversión completa a
la verdad, que mate al yo. ¿No puede confiar en Dios? Por favor lea.
Mateo 10:25-40
. Por favor lea también, con el corazón en oración,
Mateo 6:24-34
. Que estas palabras impresionen su corazón: “No
os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué
vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido”.
Lucas 12:22-23
. Hay aquí una referencia a la vida mejor. El cuerpo
significa aquí el adorno interior, que hace que los pecadores mortales,
que poseen la mansedumbre y la justicia de Cristo, sean valiosos a
su vista, como lo era Enoc, y los capacita para recibir el toque final
de la inmortalidad. Nuestro Salvador nos señala los cuervos que
no siembran, ni siegan, ni tienen graneros, y sin embargo su Padre
celestial los alimenta. Luego dice: “¿No valéis vosotros mucho más
que las aves?... ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los
lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun
Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos”. Estos lirios,
en su sencillez e inocencia, están más de acuerdo con el propósito
de Dios que Salomón con sus costosos adornos, pero desprovisto
del adorno celestial. “Y si así viste Dios la hierba que hoy está en
el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros,
hombres de poca fe?” ¿No puede confiar usted en su Padre celestial?
¿No puede esperar en su graciosa promesa? “Buscad primeramente
el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
¡Preciosa promesa! ¿No podemos confiar en ella? ¿No podemos
tener una confianza implícita, sabiendo que el que ha prometido es
fiel? La insto a que deje que su temblorosa fe pueda asir firmemente
las promesas de Dios nuevamente. Deposite todo su peso sobre ellas
con una fe firme; puesto que no fallarán, ni pueden hacerlo.
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