Página 209 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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La obra en todo el mundo
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Ahora es el momento de trabajar
En respuesta a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” Isaías
respondió: “Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 6:8
. Hermano, her-
mana, tal vez no puedas ir a la viña del Señor, pero puedes proveer
recursos con que enviar a otros. Así estarás confiando tu dinero a los
banqueros; y cuando venga el Maestro, podrás devolverle lo suyo
con creces. Tus recursos pueden ser empleados para enviar y soste-
ner a los mensajeros de Dios que por su voz y su influencia darán
el mensaje: “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus veredas.”
Mateo 3:3
. Se están haciendo planes para que la causa progrese, y
ahora es el momento en que se ha de trabajar.
Si trabajas con abnegación, haciendo todo lo que puedas para
hacer progresar la causa de Dios en nuevos campos, el Señor te
ayudará, te fortalecerá y te bendecirá. Confía en la seguridad de su
presencia, que te sostiene, y que es luz y vida. Hazlo todo por amor
a Jesús y las preciosas almas por las cuales murió. Trabaja con un
propósito puro y divinamente implantado de glorificar a Dios. El
Señor ve y entiende, y te empleará a pesar de tu debilidad, si ofreces
tu talento como don consagrado a su servicio, porque en el servicio
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activo desinteresado los débiles se vuelven fuertes y gozan de su
precioso elogio. El gozo del Señor es un elemento de fuerza. Si eres
fiel, la paz que sobrepuja todo entendimiento será tu recompensa en
esta vida, y en la venidera entrarás en el gozo de tu Señor.
* * * * *
No tenemos tiempo para espaciarnos en asuntos que no tienen
importancia. Debemos dedicar nuestro tiempo a proclamar el último
mensaje de misericordia a un mundo culpable. Se necesitan hombres
que obren bajo la inspiración del Espíritu de Dios. Los sermones de
algunos de nuestros ministros tendrán que ser mucho más poderosos
que los que predican ahora, o muchos apóstatas oirán un mensaje
tibio e indirecto que arrulla la gente y la hace dormir. Todo discurso
debe darse bajo el sentido de los terribles juicios que pronto han de
caer sobre el mundo. El mensaje de verdad ha de ser proclamado
por labios tocados por un carbón vivo del altar divino.
Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes
tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un men-