Página 244 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
muy poco sabemos de lo que nos espera. Salgan los ministros y los
miembros laicos a los campos que maduran para decir a los des-
preocupados e indiferentes que busquen al Señor mientras puede ser
hallado. Los obreros hallarán su mies dondequiera que proclamen
las verdades olvidadas de la Biblia. Hallarán quienes aceptarán la
verdad y dedicarán su vida a ganar almas para Cristo.
El Señor va a venir pronto, y debemos estar preparados para
recibirle en paz. Resolvamos hacer todo lo que está en nuestro poder
para impartir luz a los que nós rodean. No debemos estar tristes,
sino alegres, y recordar siempre al Señor Jesús. El va a venir pronto,
y debemos estar listos y aguardar su aparición. ¡Oh, cuán glorioso
será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo
hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan
sólo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados
para siempre. Me siento inducida a clamar con gran voz: “¡Vamos
rumbo a la patria!” Nos estamos acercando al tiempo en que Cristo
vendrá con poder y grande gloria a llevar a sus redimidos a su hogar
eterno.
* * * * *
En la gran obra final encontraremos perplejidades que no sabre-
mos resolver; pero no olvidemos que las tres grandes potestades del
cielo están obrando, que una mano divina está sobre el timón y que
Dios cumplirá sus promesas. El reunirá de todas partes del mundo
un pueblo que le servirá en justicia.
* * * * *
Nunca podrá la ciencia explicar la obra de la creación. ¿Qué
ciencia puede explicar el misterio de la vida?
[258]
La teoría de que Dios no creó la materia cuando sacó al mundo
a la existencia, no tiene fundamento. Al formar el mundo, Dios no
se valió de materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas,
materiales o espirituales, comparecieron ante el Señor Jehová a la
orden de su voz y fueron creadas para el propósito de él. Los cielos
y todo su ejército, y todas las cosas que contienen, son no sólo la
obra de sus manos, sino que llegaron a la existencia por el aliento de
su boca.