Peligros de la ciencia especulativa
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Fanatismo después de 1844
Los que persistan en esas teorías arruinarán con seguridad su
carrera cristiana. Se privarán de la comunión con Dios y perderán la
vida eterna.
Los sofismas concernientes a Dios y la naturaleza, que inundan al
mundo de escepticismo, son inspirados por el ángel caído. El estudia
la Biblia; conoce la verdad necesaria a la humanidad, y procura
distraer las mentes de las grandes verdades destinadas a prepararla
para los acontecimientos que vendrán sobre el mundo.
He visto el resultado de esas ideas fantásticas con respecto a
Dios; son la apostasía, el espiritismo, el amor libre. El amor libre,
al que tienden esas enseñanzas, estaba tan bien disimulado que era
difícil, al principio, darse cuenta de su verdadero carácter. Hasta que
el Señor me hubo presentado el asunto, no sabía cómo llamarlo, pero
he recibido la orden de llamarlo amor espiritual impío.
Después de 1844 tuvimos que hacer frente a toda especie de
fanatismos. Me fueron dados testimonios de censura contra algunas
personas entregadas a las teorías espiritualistas predominantes.
Había personas que trabajaban activamente en esparcir falsas
ideas acerca de Dios. Me fué mostrado que por sus enseñanzas
erróneas quitaban su eficacia a la verdad. Me fué mostrado que
inducían las almas al error, presentándoles teorías especulativas
acerca de Dios.
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Me trasladé hasta el lugar donde estaban y les mostré abierta-
mente cuál era la naturaleza de su obra. El Señor me dió fuerzas
para exponerles con claridad el peligro que las amenazaba. Entre
otras ideas, sostenían que los que una vez habían sido santificados
no podían pecar más. Su enseñanza errónea hacía un gran daño, pri-
meramente a ellos y luego a los demás. Estaban adquiriendo poder
espiritual sobre los que no podían ver el error de esas teorías tan
hermosamente ataviadas. La doctrina según la cual todos eran santos
los había llevado a creer que los afectos de los santificados no podían
extraviarlos. El resultado de esta tendencia era la satisfacción de los
malos deseos de los corazones que aseveraban ser santificados, pero
que en sus pensamientos y hechos distaban mucho de ser puros.
Las enseñanzas impías van seguidas por la práctica del pecado.
Son el cebo del cual se vale el padre de la mentira para seducir y