Un llamamiento para los médicos evangelistas
345
el gran Instructor despertará la inteligencia de esos hombres y les
hará ver en su Palabra cosas maravillosas.
Enfermeros evangelistas
Nuestro ejemplo es Jesucristo, el gran Médico misionero. De él
se dice: “Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de
ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad
y toda dolencia en el pueblo.”
Mateo 4:23
. El sanaba a los enfermos
y predicaba el Evangelio. En su obra, la curación y la enseñanza se
unían estrechamente. Estas dos cosas no deben ser separadas hoy.
Los enfermeros formados en nuestras instituciones deben ser
preparados para trabajar como misioneros médicos evangelistas,
uniendo el ministerio de la palabra al de la curación física.
Nuestra luz debe brillar en medio de las tinieblas morales. Mu-
chos de los que están hoy en las tinieblas verán que hay una espe-
ranza de salvación para ellos, cuando perciban un destello de la Luz
del mundo. Tal vez que vuestra luz sea pequeña; pero recordad que
es Dios quien os la ha dado, y que él os tiene por responsables de
[370]
hacerla brillar. Es posible que alguien encienda su antorcha en la
vuestra, y que su luz sea el medio de sacar a otras personas de las
tinieblas.
En todo nuestro derredor se abren puertas para servir. Debemos
llegar a conocer a nuestros vecinos y esforzarnos por atraerlos a
Cristo. Cuando obremos así, tendremos la aprobación y colaboración
de él.
Debemos seguir el ejemplo de Cristo
A menudo, los moradores de una ciudad en la cual Cristo había
trabajado, expresaban el deseo de verle establecerse en su medio
y continuar su obra. Pero él les decía que su deber era ir a otras
ciudades que no habían oído las verdades que debía presentar. Des-
pués de haber dado la verdad a los habitantes de una localidad,
dejaba al cuidado de ellos el continuar lo que él había empezado, y
se iba a otro lugar. Sus métodos de trabajo deben ser seguidos hoy
por aquellos a quienes él confió su obra. Debemos ir de un lugar a