Página 358 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
Quiero exhortaros, hermanos y hermanas, a no levantar un muro
de separación entre las diferentes nacionalidades. Esforzaos, por el
contrario, en derribarlo en todas partes donde exista. Deberíamos
esforzarnos para llevar a todo el mundo a la armonía que hay en
Jesús y trabajar con un solo fin: la salvación de nuestros semejantes.
Hermanos míos en este ministerio, ¿aceptaréis las ricas promesas
de Dios? ¿Ocultaréis al yo para dejar aparecer a Jesús? El yo debe
morir antes que Dios pueda obrar por nuestro medio. Siento alarma
cuando veo asomar el yo aquí y allá, en uno y en otro. En el nombre
de Jesús de Nazaret, os declaro que vuestra voluntad debe morir;
debe identificarse con la voluntad de Dios. El desea fundiros y
purificaros de toda mácula. Una gran obra debe ser hecha en vosotros
antes que podáis ser henchidos del poder de Dios. Os suplico que os
acerquéis a él a fin de poder recibir sus ricas bendiciones antes de
terminar estas reuniones.
Hay aquí algunos sobre quienes la luz resplandeció con brillo
por medio de advertencias y reprensiones. Cuando quiera que se dan
reprensiones, el enemigo procura crear en los que son reprendidos
un deseo de simpatía humana. Quisiera, por lo tanto, amonestaros
a tener cuidado, no sea que al apelar a la simpatía ajena y repasar
vuestras pruebas pasadas, repitáis el mismo error: el de exaltaros
a vosotros mismos. El Señor hace recorrer vez tras vez el mismo
terreno a sus hijos extraviados; pero si continuamente se niegan a
escuchar las advertencias de su Espíritu, y no enmiendan todos sus
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errores, él terminará por abandonarlos a su debilidad.
Hermanos, os exhorto a acudir a Cristo y a beber en abundancia
de las aguas de salud. No apeléis a vuestros propios sentimientos.
No confundáis el sentimentalismo con la religión. Dejad todo apoyo
humano y confiad por completo en Cristo. Necesitáis recibir una
nueva preparación antes de poder trabajar en la salvación de las
almas. Vuestras palabras y vuestras acciones ejercen una influencia
sobre otros, y en el día de Dios deberéis dar cuenta de esa influencia.
Jesús dice: “He dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno
puede cerrar.”
Apocalipsis 3:8
. De esa puerta brota luz, y si queremos
podemos recibirla. Miremos hacia esa puerta abierta, y procuremos
recibir todo lo que Cristo quiere otorgarnos.
Cada cual tendrá que sostener un violento combate para triunfar
del pecado en su propio corazón. Por momentos, es una obra muy