Página 156 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
como es en Jesús. Un momento de descuido puede sumir al alma
en una ruina irremediable. Un pecado puede conducir al segundo, y
el segundo prepara el camino para el tercero, y así sucesivamente.
Como fieles mensajeros de Dios debemos rogarle constantemente
que seamos guardados por su poder. Si nos apartamos una sola pul-
gada del deber, estamos en peligro de continuar en una conducta
pecaminosa que termine en la perdición. Hay esperanza para cada
uno de nosotros, pero solamente de una manera: aferrándonos a
Cristo, ejerciendo toda energía para alcanzar la perfección de su
carácter.
La religión liviana que hace del pecado algo de poca gravedad y
que constantemente se detiene en el amor de Dios hacia el pecador,
anima a éste a creer que Dios lo salvará mientras continúa en el
pecado, sabiendo que es pecado. Esta es la forma en que muchos
proceden mientras profesan creer la verdad presente. La verdad está
separada de sus vidas, y esa es la razón por la cual no tienen más po-
der para convencer y convertir el alma. Debe esforzarse todo nervio
e intención y músculo para abandonar al mundo, sus costumbres,
sus prácticas y sus modas...
Si Ud. se aparta del pecado y ejerce una fe viva, las riquezas de
las bendiciones del cielo serán suyas.—
Carta 53, 1887
.
El segundo advenimiento pone fin a la preparación del alma,
1888
—El manto de vuestro carácter debe ser lavado hasta que esté
inmaculado, en la fuente abierta para toda impureza. Su valor moral
será pesado en la balanza del santuario, y si a Ud. lo encuentran falto,
sufrirá una pérdida eterna. Toda terquedad, toda aspereza, deben ser
quitadas de su carácter antes de que Jesús venga, pues cuando él
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venga, la preparación del alma habrá terminado.
Si Ud. no se ha apartado de su envidia, sus celos, su odio contra
otros, no puede entrar en el reino de Dios. Ud. no haría más que llevar
la misma disposición consigo; pero no habrá nada de este carácter en
el mundo venidero. Allá existirá sólo amor, gozo y armonía. Algunos
tendrán coronas más brillantes que otros, pero no habrá en ningún
corazón, entre los redimidos, pensamiento de celos. Cada uno estará
perfectamente satisfecho, porque será recompensado de acuerdo con
sus obras.—
The Signs of the Times, 10 de febrero de 1888
.
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