Asistencia a colegios y universidades del país
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ateos. Satanás es un ser inteligente, y ellos quedan enamorados de
su sabiduría e inteligencia.—
Manuscrito 8b, 1891
.
Los peligros de escuchar a los grandes hombres del mundo
Es un gran peligro para muchos de nuestros jóvenes el escu-
char los discursos de aquellos que en el mundo son considerados
grandes hombres. Estos discursos son a menudo de un alto nivel
intelectual, y junto con observaciones y dichos sabios se mezclan
errores prevalecientes en la falsamente llamada ciencia, y doctrinas
de religiones populares; pero esto mina las declaraciones de la Biblia
y da la impresión de que hay razón para poner en duda la verdad de
la Palabra inspirada. De esta manera, hombres llamados grandes y
evidentemente sabios siembran las semillas del escepticismo; sin
embargo, sus nombres están inscritos como insensatos en los libros
de registro del cielo, y son una ofensa para Dios. Ellos repiten las
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falsedades que Satanás puso en boca de la serpiente, y con engaños
educan a los jóvenes.
Esta es la clase de educación en la cual se deleita el enemigo. Es
una hechicería. El gran apóstol preguntó: “¿Quién os fascinó para no
obedecer a la verdad?” Los que reciben y admiran los sentimientos
de estos llamados grandes hombres están en peligro, porque debido
a la sutileza del enemigo el razonamiento lleno de sofismas de
estos falsos maestros se arraiga en el corazón de nuestros jóvenes,
y casi imperceptiblemente se convierten de la verdad al error. Pero
la conversión debe ser en sentido opuesto. Nuestros jóvenes, que
han visto las evidencias de la veracidad de la verdad, deben estar
firmemente establecidos y ser capaces de ganar almas de las tinieblas
del error para Cristo.
Los jóvenes que asisten a Ann Arbo
deben recibir a Jesús como
su Salvador personal, o de otra manera edificarán sobre la arena, y
su fundamento será arrasado. El Espíritu de Cristo debe regenerar
y santificar el alma, y el puro afecto por Cristo debe ser mantenido
vivo por medio de una humilde y diaria confianza en Dios. Cristo,
la esperanza de gloria, debe ser formado en ellos. Que Jesús sea
revelado ante aquellos con quienes os asociáis.—
Carta 26, 1891
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