Página 137 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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A padres ricos
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terminado si hubiera habido el interés que tendría que haber habido
en _____ para proporcionar ayuda cuando era tan necesaria. Sobre
esa iglesia descansa una tremenda responsabilidad por su descuido
del deber.
Se me mostró que el proceder del hermano X al dividir su pro-
piedad entre sus hijos equivalía a transferirles la responsabilidad
que él no debería haber abandonado. Ahora ve que el resultado de
su conducta no ha aumentado el afecto de sus hijos hacia él. Ellos
no han tenido un sentido de obligación y gratitud hacia sus padres
por lo que han hecho por ellos. Estos hijos eran jóvenes y sin expe-
riencia. No estaban capacitados para llevar la responsabilidad que
fue depositada sobre ellos. Sus corazones no estaban consagrados, y
consideraban a amigos leales como si fueran enemigos intrigantes,
mientras que aquellos que apartarían a los verdaderos amigos eran
aceptados. Estos agentes de Satanás estaban sugiriendo continua-
mente ideas falsas a las mentes de estos jóvenes, y los corazones de
hermanos y hermanas, padre y madre, estaban en desacuerdo.
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El padre X cometió un error. Si hubiera confiado más en los
esposos de sus hijas, que amaban la verdad sinceramente, y hubiera
estado más dispuesto a ser ayudado por el consejo de estos hombres
de experiencia, podrían haberse prevenido grandes errores. Pero ésta
es la manera como el enemigo generalmente triunfa en asuntos de
administración referentes a la asignación de recursos materiales.
Fue el designio de Dios que estos casos mencionados fueran
revelados para que todos pudieran ver el efecto que el engaño de las
riquezas tiene sobre el corazón. El resultado en estos casos, que es
evidente para todos, debiera constituir una advertencia a los padres y
madres y a los hijos ambiciosos. La Palabra de Dios define la codicia
como idolatría. Es imposible que los hombres y mujeres guarden
la ley de Dios y amen el dinero. Los afectos del corazón debieran
fijarse en las cosas celestiales. Nuestro tesoro debiera depositarse
en el cielo, porque donde está nuestro tesoro, allí también estará
nuestro corazón.
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