Página 265 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

La iglesia de Laodicea
261
valor incalculable y una vida que se mide con la del Infinito? ¿Puede
el cielo costarnos demasiado?
La fe y el amor son tesoros áureos, elementos que faltan en gran
manera entre el pueblo de Dios. Se me ha mostrado que la incre-
dulidad en los testimonios de amonestación, estímulo y reproche
está apartando la luz del pueblo de Dios. La incredulidad les cierra
los ojos para que ignoren su verdadera condición. El Testigo Fiel
describe así su ceguera: “Y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo”.
Apocalipsis 3:17
.
La fe en la pronta venida de Cristo se está desvaneciendo. “Mi
señor tarda en venir” (
Mateo 24:48
), es no sólo lo que se dice en el
corazón, sino que se expresa en palabras y muy definidamente en
las obras. En este tiempo de vigilia, el estupor anubla los sentidos
del pueblo de Dios con respecto a las señales de los tiempos. La
terrible iniquidad que tanto abunda requiere la mayor diligencia y
el testimonio vivo para impedir que el pecado penetre en la iglesia.
La fe ha estado disminuyendo en grado temible, y únicamente el
ejercicio puede hacerla aumentar.
Cuando nació el mensaje del tercer ángel, los que se dedicaban
a la obra de Dios tenían algo que arriesgar, tenían que hacer sacri-
ficios. Empezaron esta obra en la pobreza y sufrieron las mayores
privaciones y oprobios. Arrostraban una oposición resuelta que los
impulsaba hacia Dios en su necesidad y mantenía viva su fe. Nuestro
[283]
actual plan de la benevolencia sistemática sostiene ampliamente a
nuestros predicadores y no hay necesidad de que ellos ejerzan fe en
que serán sostenidos. Los que ahora emprenden la predicación de la
verdad no tienen nada que arriesgar. No corren peligros, ni tienen
que hacer sacrificios especiales. El sistema de la verdad está listo y
a mano, y se provee a los obreros de publicaciones que defienden
las verdades que ellos promulgan.
Algunos jóvenes se inician en la obra sin tener un sentimiento
real de su exaltado carácter. No tienen que soportar privaciones, pe-
nurias ni severos conflictos que requerirían el ejercicio de la fe. No
cultivan la abnegación práctica ni albergan un espíritu de sacrificio.
Algunos se están poniendo orgullosos y engreídos, y no tienen verda-
dera preocupación por la obra. El Testigo Fiel dice a estos ministros:
“Sé, pues, celoso, y arrepiéntete”
Apocalipsis 3:19
. Algunos de ellos
se ensoberbecen tanto que son realmente un estorbo y una maldición