Página 353 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Las tablas de la ley rotas
Moisés vino del monte con el precioso documento en sus manos,
una promesa de Dios al hombre bajo la condición de la obediencia.
Moisés era el hombre más manso de la tierra, pero cuando vio
la apostasía de Israel se airó y sintió celos por la gloria de Dios.
En su indignación arrojó al suelo la preciosa promesa de Dios,
que le era más cara que la vida. Vio la Ley quebrantada por los
hebreos, y en su celo por Dios, para desacreditar el ídolo que estaban
adorando, sacrificó las tablas de piedra. Aarón se mantuvo allí,
sereno, soportando pacientemente la censura severa de Moisés. Todo
esto podría haberse evitado con una palabra de Aarón en el momento
debido. Una decisión leal, noble, en favor de lo recto en la hora
de peligro de Israel habría balanceado sus mentes en la dirección
correcta.
¿Condena Dios a Moisés? No, no; la gran bondad de Dios per-
dona el arrebato y el celo de Moisés, porque todo fue hecho a causa
de su fidelidad [a Dios] y por su chasco y dolor ante el espectáculo
que contemplaron sus ojos frente a la evidencia de la apostasía de
Israel. El hombre que podría haber salvado a los hebreos en la hora
de su peligro está en calma. No muestra indignación a causa de los
pecados del pueblo, ni se reprocha a sí mismo ni manifiesta remor-
dimiento bajo la sensación de sus errores; pero procura justificar su
conducta en un grave pecado. Hace responsable al pueblo por su
debilidad al ceder a sus exigencias. No estaba dispuesto a soportar la
murmuración de Israel y a resistir bajo la presión de sus clamores y
deseos irrazonables, como lo había hecho Moisés. Entró sin protestar
en el espíritu y los sentimientos del pueblo, y luego trató de hacerlos
responsables.
La congregación de Israel pensó que Aarón era un dirigente
mucho más agradable que Moisés. No era tan inflexible. Pensaban
que Moisés mostraba un muy mal espíritu y sus simpatías se inclina-
ron por Aarón, a quien Moisés censuró tan severamente. Pero Dios
perdonó la imprudencia del celo honesto de Moisés mientras que
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