Página 443 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La autoridad de la iglesia
El Redentor del mundo invistió a su iglesia con gran poder.
Presenta las reglas que deben aplicarse a los casos en que se juzga a
los miembros. Después de dar indicaciones explícitas en cuanto a la
conducta que se ha de seguir, dice: “De cierto os digo que todo lo
que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en
la tierra, será desatado en el cielo”.
Mateo 18:18
. De manera que aun
la autoridad celestial ratifica la disciplina de la iglesia con respecto
a sus miembros, cuando se ha seguido la regla bíblica.
La Palabra de Dios no da licencia a ningún hombre para oponer
su juicio al de la iglesia, ni le permite insistir en sus opiniones
contrarias a las de la misma. Si no hubiera disciplina ni gobierno
de la iglesia, ésta se reduciría a fragmentos; no podría mantenerse
unida como un cuerpo. Siempre hubo seres humanos de espíritu
independiente, que aseveraron que estaban en lo correcto, que Dios
los había instruido, impresionado y conducido en forma especial.
Cada uno tiene una teoría propia, opiniones que le son peculiares,
y cada uno sostiene que sus opiniones están de acuerdo con la
Palabra de Dios. Cada cual sustenta diferente teoría y fe, aunque
todos aseguran tener una luz especial de Dios. Apartan a los demás
del cuerpo y cada uno es en sí mismo una iglesia separada. Todos no
pueden estar en lo cierto, y sin embargo, se declaran conducidos por
el Señor. La palabra de la inspiración no es sí y no, sino sí y amén
en Cristo Jesús.
Después de impartir sus instrucciones, nuestro Salvador promete
que si dos o tres se unen para pedir algo a Dios, eso les será concedi-
do. Cristo demuestra con esto que debe haber unión con los demás,
aun para desear un objeto determinado. Se da gran importancia a la
oración unánime, a la unión de propósito. Dios oye las oraciones de
las personas; pero en esta ocasión Jesús daba lecciones sumamente
importantes, que se relacionaban en especial con su iglesia recién
organizada en la tierra. Debe haber acuerdo en las cosas que se
desean y por las cuales se ora. No debía tratarse simplemente de los
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