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Testimonios Selectos Tomo 5
su pueblo, y animarlo a hacer algo inmediatamente. Pero al llamado:
“¿A quién enviaré?” pocos han contestado: “Heme aquí, envíame a
mí.”
Isaías 6:8
.
Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indo-
lencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará con gracia. La
potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones
providenciales del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se
derramará en rayos claros y poderosos, y como en los días apostóli-
cos, muchas almas se apartarán del error a la verdad. La tierra será
alumbrada con la gloria del Señor.
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colabo-
ración de los agentes humanos—de los miembros de la iglesia—en
la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando. Tan vasto
es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado
será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.
Al mismo tiempo obrará una potencia infernal. Mientras los
agentes de la misericordia divina obren secundados por corazones
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humanos abnegados, Satanás pondrá en actividad a sus propios
agentes, haciendo tributarios suyos a todos aquellos que acepten su
dominación. Habrá muchos señores y muchos dioses. Se oirá el grito:
“Aquí está el Cristo, o allí.” En todas partes aparecerán las astutas
maquinaciones de Satanás, para apartar la atención de los hombres
y las mujeres del cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá
señales y prodigios. Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas
manifestaciones las señales precursoras de un pavoroso porvenir, y
el preludio del triunfo prometido al pueblo de Dios.
¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad
que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por
hacer. De toda boca sincera debe subir esta oración: “Dios tenga
misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro
sobre nosotros; para que sea conocido sobre la tierra tu camino, en
todas las gentes tu salud.”
Salmos 67:1:2
.
Aquellos que comprenden, aunque sea en un grado limitado,
lo que la redención significa para ellos y para sus semejantes, los
tales andarán por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las
necesidades de la humanidad. Sus corazones serán conmovidos
a la vista de la abarcante miseria del mundo; la indigencia de las
multitudes que sufren por falta de alimentos y de ropa, y la indigencia