Página 77 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

Basic HTML Version

La iglesia y la casa editorial
73
hombres y mujeres realmente íntegros, ni obreros aceptables en la
institución de Dios si descuidan estos deberes.
[82]
Los directores de la institución en sus diferentes ramos deben ve-
lar especialmente para que la juventud contraiga buenas costumbres
a este respecto. Cuando ella descuida las reuniones, cuando se aparta
de sus deberes hacia la iglesia, buscad la causa. Mediante esfuerzos
llenos de tacto y de bondad, tratad de despertar a los negligentes y
hacer revivir el interés que desapareció.
Nadie deberá poner su propio trabajo por pretexto para descuidar
el servicio sagrado del Señor. Más valdría poner a un lado su trabajo
que descuidar sus deberes hacia Dios.
A los hermanos a quienes han sido confiadas responsabilidades
en las casas editoriales
Quiero llamar vuestra atención a la importancia que tiene el asis-
tir a nuestras asambleas anuales; no sólo a las reuniones de negocios,
sino a las reuniones que contribuirán a iluminaros espiritualmente.
No os dais cuenta de la necesidad de estar en relación íntima con el
cielo. Sin esta comunión, ninguno de vosotros está seguro; ninguno
está calificado para hacer la obra de Dios de un modo aceptable.
En esta obra, más que en cualquier ocupación secular, el éxito
guarda proporción con el espíritu de consagración y abnegación con
que se trabaja. Los que llevan responsabilidades como directores
de esta obra, necesitan colocarse donde podrán ser impresionados
profundamente por el Espíritu de Dios. Tanto más debierais desear
recibir el bautismo del Espíritu Santo y un conocimiento de Dios y
de Cristo cuanto mayores responsabilidades implique vuestro puesto
de confianza que el de un empleado común.
Los talentos naturales y adquiridos son todos dones de Dios
y deben ser conservados constantemente bajo la dirección de la
potencia divina y santificadora de su Espíritu. Necesitáis sentir más
profundamente vuestra falta de experiencia en esta obra, y esforzaros
con celo en adquirir el conocimiento y la sabiduría necesarias para
[83]
emplear cada facultad de vuestro cuerpo y de vuestra mente de una
manera que glorifique a Dios. “Os daré corazón nuevo.”
Ezequiel
36:26
. Cristo debe morar en nuestros corazones, así como la sangre
circula por nuestro cuerpo, como una potencia vivificadora. No