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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
mismos; ni os contentéis con derramar todos vuestros afectos el uno
en el otro. Aprovechad toda ocasión de trabajar por aquellos que os
rodean y compartid con ellos vuestros afectos. Las palabras ama-
bles, las miradas de simpatía, las expresiones de aprecio serían para
muchos de los que luchan a solas como un vaso de agua fresca para
el sediento. Una palabra de estímulo, un acto de bondad contribuyen
mucho a aliviar el fardo que pesa sobre los hombros cansados. La
verdadera felicidad consiste en servir desinteresadamente a otros.
Cada palabra, cada acción ejecutada en este espíritu queda anotada
en los libros del cielo como habiendo sido dicha o hecha para Cristo.
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a unos de estos mis
hermanos pequeñitos -declara él-, a mí lo hicisteis”.
Mateo 25:40
.
Vivid en el resplandor del amor del Salvador. Entonces vuestra
influencia beneficiará al mundo. Permitid al espíritu de Cristo que
se apodere de vosotros. Esté siempre en vuestros labios la ley de la
bondad. La indulgencia y el altruismo caracterizan las palabras y las
acciones de quienes nacieron de nuevo para vivir una vida nueva en
Cristo Jesús.
* * * * *
“Ninguno de nosotros vive para sí”. El carácter de todos se
manifestará. Las miradas, el tono de la voz, las acciones, todas estas
cosas contribuyen con su influencia a hacer feliz o desgraciado el
círculo doméstico. Modelan el temperamento y el carácter de los
hijos; inspiran confianza y amor, o tienden a destruir estas virtudes.
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Todos mejoran o empeoran, son hechos felices o miserables por estas
influencias. Debemos hacer conocer a nuestras familias la Palabra
practicada en la vida. Debemos hacer todo lo posible para purificar,
iluminar, consolar y alentar a nuestros familiares.
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