Id por todos los lugares
Cooranbong, Australia,
15 de julio de 1895.
A un médico de Battle Creek
Mi estimado hermano,
Recibí sus cartas ayer y las leí con profundo interés. Es siempre
un placer oír acerca de su familia por su intermedio como también
de la institución donde lleva usted responsabilidades de carácter
extraordinario. Su única seguridad está en obedecer la palabra del
Señor y en andar en la luz de su faz. El enemigo está continuamente
ideando métodos para obtener ventajas sobre nosotros, y necesitamos
estar cuidadosamente atentos a las precauciones dadas por Dios.
Si los que en el pasado han sido los portaestandartes en la obra
de Dios hubieran seguido el camino que él marcó, le habrían rendido
un más alto honor a él y habrían sido de mayor utilidad. Algunos
cuyas voces han sido silenciadas por la muerte habrían vivido para
advertir, implorar y aconsejar. Si a los que en años pasados se les
encomendaron graves responsabilidades hubieran hecho caso de las
advertencias y ruegos del Espíritu de Dios, estarían ahora caminando
en su presencia, fuertes y eficaces. Cuando los hombres educan a
otros a depender y confiar en ellos, cuando por escrito y de viva voz
les dictan lo que tienen que hacer, están enseñándoles a confiar en el
brazo humano y a ensalzar a los seres humanos en lugar de Dios.
Nuestra seguridad está en exaltar a Cristo, hablando de su ex-
celencia en tono de alabanza. Isaías dice: “Porque un niño nos es
nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se
llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite,
[158]
sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmán-
dolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de
Jehová de los ejércitos hará esto”.
Isaías 9:6, 7
.
Es peligroso que los hombres reciban consejo de hombres, cuan-
do al hacerlo descartan el consejo de Dios. Oh, cuántas lecciones
146