Página 280 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
He aquí el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia”.
Job 28:12-28.
Ni rebuscando lo más recóndito de la tierra, ni en los vanos es-
fuerzos por penetrar los misterios de la esencia de Dios, se encontrará
la sabiduría. Ella se encuentra más bien recibiendo humildemente
la revelación que él se ha dignado darnos y en conformar nuestras
vidas a su voluntad.
La grandeza de nuestro Dios
Hemos de aprender acerca de la grandeza de Dios por medio de
las representaciones dadas por el Espíritu Santo a los profetas. El
profeta Isaías escribe:
“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre
un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima
de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus
rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro
daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos;
toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas
se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de
humo.
“Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo
hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que
tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los
ejércitos.
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“Y voló hacia mí uno de las serafines, teniendo en su mano un
carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con
él mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu
culpa, y limpio tu pecado”.
Isaías 6:1-7
.
“No hay semejante a ti, oh Jehová;
grande eres tú, y grande tu nombre en poderío.
¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones!”.
Jeremías 10:6, 7.