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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
de sus hojas sagradas. Lo que para la mente mundanal era un ári-
do desierto, se convierte en terreno de aguas vivas para la mente
espiritual.
Conocimiento que debe impartirse a los niños
El conocimiento de Dios, según está revelado en su Palabra,
debe ser impartido a los niños. Desde el nacimiento temprano de
la razón, deben familiarizarse con el nombre y la vida de Jesús.
La primera lección que debe dárseles es que Dios es su Padre.
Durante su primera formación debiera enseñárseles a obedecer. Con
reverencia y ternura debiera leérseles y repetírseles la Palabra de
Dios, con trozos adecuados a su nivel de comprensión y adaptados
de tal manera que despierten su interés. Sobre todo, que se enteren
de su amor manifestado en Cristo y la gran lección del mismo:
“Si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos
unos a otros”.
1 Juan 4:11
.
Que los jóvenes hagan de la Palabra de Dios el alimento de la
mente y del alma. Que la cruz de Cristo se convierta en la ciencia
de toda educación, el centro de toda enseñanza y estudio. Que sea
incorporada en la experiencia de la vida práctica. Así el Salvador
será para los jóvenes un compañero y un amigo de todos los días.
Todo pensamiento quedará sujeto a la obediencia de Cristo. Con el
apóstol Pablo, podrán exclamar:
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al
mundo”.
Gálatas 6:14
.
Un conocimiento experimental
Así, por medio de la fe, llegarán a conocer a Dios a través de
un conocimiento experimental. Ellos mismos han confirmado la
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veracidad de su palabra, la verdad de sus promesas. Han gustado y
visto que el Señor es bueno,
Juan el amado poseía un conocimiento que había obtenido por
medio de su propia experiencia. Atestigua el apóstol:
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nues-