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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
establecidas, debiéramos poner freno a nuestros deseos. Que los
recursos y los obreros se esparzan para representar la verdad y dar
el mensaje de amonestación en “regiones de ultramar”.
Auxilio en tiempo de angustia
En su jornada a través del desierto, los hijos de Israel eran pro-
tegidos por Dios de las serpientes venenosas; pero llegó el tiempo
cuando, por causa de la transgresión, la impenitencia y obstinación
de Israel, el Señor retrajo su poder restringente de los reptiles, y
muchas personas fueron mordidas y murieron. Fue entonces cuan-
do la serpiente de bronce fue levantada, para que todos los que se
arrepentían y la miraban con fe vivieran.
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En el tiempo de confusión y angustia que tenemos por delante,
un tiempo de angustia tal como nunca se ha visto desde que hubo
gente en la tierra, el Salvador levantado se presentará a la gente en
todas las tierras para que todos los que miren hacia él con fe tengan
vida.
La deshonra de Dios
En vista de la terrible crisis que tenemos por delante, ¿qué están
haciendo los que profesan creer la verdad? Mi Guía me llamó y me
dijo: “Sígueme”, y me fueron mostradas cosas dentro de nuestro
pueblo que no estaban en conformidad con su fe. Parecía haber una
locura de bicicletas. Se gastaba dinero para complacer un entusiasmo
en esta dirección, cuando habría sido mucho mejor invertir esos
fondos en la construcción de iglesias donde tanto se necesitan. Me
fueron presentadas algunas cosas bien extrañas en Battle Creek. Una
influencia seductora parecía estar pasando cual ola sobre nuestro
pueblo allí, y vi que a esto le seguirían otras tentaciones. Satanás
obra con intensidad de propósito para inducir a nuestro pueblo a
invertir tiempo y dinero en la satisfacción de supuestas necesidades.
Esta es una especie de idolatría. El ejemplo será imitado, y mientras
miles sufren por falta de pan, mientras el hambre y la pestilencia
se hacen palpables y evidentes, porque Dios no puede “conforme
a la gloria de su propio nombre” proteger a los que están obrando
en contra de su voluntad, ¿deberán aquellos que profesan amar y