Página 83 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Llamamiento a los hermanos de Battle Creek
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las iglesias de Míchigan, si se persigue con vigor en todas nuestras
iglesias más antiguas y baluartes de influencia, pudiéramos anhelar
que su efecto leudase las iglesias a través de todas las asociaciones,
muchas de las cuales dan la impresión de estar paralizadas.
Las instituciones que Dios ha establecido como centros de in-
fluencia para esparcir la luz no están combinando sus intereses para
trabajar en conjunto como Dios lo quisiera. Los administradores de
estas instituciones deben saber que su primer trabajo es ponerse en
armonía con sus compañeros de trabajo. Nuestros ministros deben
despertar y darse cuenta de la situación. El evangelio es la influencia
santificadora de nuestro mundo. Su influencia, obrando en el cora-
zón, engendrará la armonía. La norma de la verdad ha de ponerse en
alto, y la expiación obrada por Cristo presentada como el sublime
tema de central importancia.
La obra médica misionera ha de tener con la iglesia la misma
relación que tiene el brazo derecho con el cuerpo. El tercer ángel
sale proclamando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. La
obra médica misionera es el evangelio practicado. Todas las ramas
de la obra han de ser armoniosamente combinadas para extender la
invitación: “Venid, que todo está dispuesto”.
A los que están en Battle Creek ha sido dado el mensaje de
cambiarse a lugares donde puedan empeñarse en esta misma obra en
combinación con sus negocios temporales. Si se hubieran mudado
por fe, dispuestos a soportar el trabajo agotador y la privación en
favor de la obra, pudieran haber obtenido una rica experiencia en las
cosas de Dios. Pero pensaron que encontrarían que las cosas serían
un poco más cómodas en Battle Creek, que la obra allí sería menos
pesada que en otros lugares y, por lo tanto, se quedaron. Muchos de
los que se agolpan en Battle Creek no se benefician porque no hacen
uso del conocimiento que adquieren. No son de ninguna utilidad
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en Battle Creek, sino que sólo incrementan el número de personas
que necesitan convertirse. No poseen el espíritu de sacrificio. Tienen
mucho del yo y poco de Cristo, poca fe y pocas buenas obras. Piensan
que tienen religión, pero ésta no asciende a mucho.
Dios os habla a través de su Palabra, diciendo: “Porque este
pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero
su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un
mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he