Página 215 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 (1998)

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Frente a la ley dominical
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escriben pueden, en aquel día, redactar artículos para los periódicos.
Cuando sea posible, celébrense reuniones religiosas, y hágaselas in-
tensamente interesantes. Hablad con fuerza y seguridad del amor del
Salvador, y cantad verdaderos himnos de despertamiento religioso.
Hablad de la temperancia y de la vida religiosa genuina. Aprenderéis
así el arte de trabajar y alcanzaréis a muchas almas.
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Consagren los maestros de nuestras escuelas el domingo al tra-
bajo misionero. Se me ha mostrado que así podrán desbaratar los
planes del enemigo. Celebren los maestros, en compañía de sus
alumnos, reuniones para quienes no conocen la verdad. Lograrán
más así que de cualquier otro modo.
Dios nos ha dado instrucciones muy claras en cuanto a nues-
tra obra. Debemos proclamar la verdad con respecto al sábado de
Jehová, y reparar la brecha que fue abierta en la ley. Debemos hacer
cuanto podamos para ilustrar a los ignorantes; pero jamás debemos
asociarnos a hombres del mundo para recibir ayuda financiera.
Acerca de los hijos de Israel leemos: “Saquelos pues de la tierra
de Egipto, y trájelos al desierto; y diles mis ordenanzas, y declaréles
mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá con ellos. Y
diles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para
que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas rebeláronse
contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis
ordenanzas, y desecharon mis derechos, los cuales el hombre que los
hiciere, vivirá en ellos; y mis sábados profanaron en gran manera;
dije, por tanto, que había de derramar sobre ellos mi ira en el desierto
para consumirlos.
“Pero en atención a mi nombre hice porque no se infamase a la
vista de las gentes, delante de cuyos ojos los saqué. Y también yo
les alcé mi mano en el desierto, que no los metería en la tierra que
les dí, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas
las tierras; porque desecharon mis derechos y no anduvieron en
mis ordenanzas, y mis sábados profanaron: porque tras sus ídolos
iba su corazón. Con todo los perdonó mi ojo, no matándolos, ni
los consumí en el desierto; antes dije en el desierto a sus hijos: No
andéis en las ordenanzas de vuestros padres, ni guardéis sus leyes,
ni os contaminéis en sus ídolos. Yo soy Jehová vuestro Dios; andad
en mis ordenanzas, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra: y