Página 10 - El Conflicto Inminente (1969)

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Capítulo 1—El origen del mal y del dolor
Para muchos el origen del pecado y el por qué de su existencia
es causa de gran perplejidad. Ven la obra del mal con sus terribles
resultados de dolor y desolación, y se preguntan cómo puede existir
todo eso bajo la soberanía de Aquel cuya sabiduría, poder y amor son
infinitos. Es esto un misterio que no pueden explicarse. Y su incerti-
dumbre y sus dudas los dejan ciegos ante las verdades plenamente
reveladas en la Palabra de Dios y esenciales para la salvación. Hay
quienes, en sus investigaciones acerca de la existencia del pecado,
tratan de inquirir lo que Dios nunca reveló; de aquí que no encuen-
tren solución a sus dificultades; y los que son dominados por una
disposición a la duda y a la cavilación lo aducen como disculpa para
rechazar las palabras de la Santa Escritura. Otros, sin embargo, no
se pueden dar cuenta satisfactoria del gran problema del mal, debido
a la circunstancia de que la tradición y las falsas interpretaciones
han obscurecido las enseñanzas de la Biblia referentes al carácter
de Dios, la naturaleza de su gobierno y los principios de su actitud
hacia el pecado.
Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su
existencia. Sin embargo, se puede comprender suficientemente lo
que atañe al origen y a la disposición final del pecado, para hacer
enteramente manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su modo
de proceder contra todo mal. Nada se enseña con mayor claridad
en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fué en nada
responsable de la introducción del pecado en el mundo, y de que
no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno
en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión. El pecado es
un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo
misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se
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pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su
existencia, dejaría de ser pecado. La única definición del pecado es
la que da la Palabra de Dios: “El pecado es transgresión de la ley;”
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