Página 14 - El Conflicto Inminente (1969)

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El Conflicto Inminente
pérfidos designios. A los que estaban más estrechamente ligados
a él por el amor y la confianza, Satanás les hizo creer que había
sido mal juzgado, que no se había respetado su posición y que se
le quería coartar la libertad. Después de haber así desnaturalizado
las palabras de Cristo, pasó a prevaricar y a mentir descaradamente,
acusando al Hijo de Dios de querer humillarlo ante los habitantes
del cielo. Además trató de crear una situación falsa entre sí mismo y
los ángeles aún leales. Todos aquellos a quienes no pudo sobornar y
atraer completamente a su lado, los acusó de indiferencia respecto a
los intereses de los seres celestiales. Acusó a los que permanecían
fieles a Dios, de aquello mismo que estaba haciendo. Y para sostener
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contra Dios la acusación de injusticia para con él, recurrió a una falsa
presentación de las palabras y de los actos del Creador. Su política
consistía en confundir a los ángeles con argumentos sutiles acerca
de los designios de Dios. Todo lo sencillo lo envolvía en misterio,
y valiéndose de artera perversión, hacía nacer dudas respecto a las
declaraciones más terminantes de Jehová. Su posición elevada y su
estrecha relación con la administración divina, daban mayor fuerza
a sus representaciones, y muchos ángeles fueron inducidos a unirse
con él en su rebelión contra la autoridad celestial.
Dios permitió en su sabiduría que Satanás prosiguiese su obra
hasta que el espíritu de desafecto se convirtiese en activa rebeldía.
Era necesario que sus planes se desarrollaran por completo para
que su naturaleza y sus tendencias quedaran a la vista de todos.
Lucifer, como querubín ungido, había sido grandemente exaltado;
era muy amado de los seres celestiales y ejercía poderosa influencia
sobre ellos. El gobierno de Dios no incluía sólo a los habitantes del
cielo sino también a los de todos los mundos que él había creado;
y Satanás pensó que si podía arrastrar a los ángeles del cielo en
su rebeldía, podría también arrastrar a los habitantes de los demás
mundos. Había presentado arteramente su manera de ver la cuestión,
valiéndose de sofismas y fraude para conseguir sus fines. Tenía gran
poder para engañar, y al usar su disfraz de mentira había obtenido
una ventaja. Ni aun los ángeles leales podían discernir plenamente
su carácter ni ver adónde conducía su obra.
Satanás había sido tan altamente honrado, y todos sus actos
estaban tan revestidos de misterio, que era difícil revelar a los ángeles
la verdadera naturaleza de su obra. Antes de su completo desarrollo,