Página 22 - El Conflicto Inminente (1969)

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Capítulo 2—Las asechanzas del enemigo
La Gran controversia entre Cristo y Satanás, sostenida desde
hace cerca de seis mil años, está por terminar; y Satanás redobla
sus esfuerzos para hacer fracasar la obra de Cristo en beneficio del
hombre y para sujetar las almas en sus lazos. Su objeto consiste en
tener sumido al pueblo en las tinieblas y en la impenitencia hasta
que termine la obra mediadora del Salvador y no haya más sacrificio
por el pecado.
Cuando no se hace ningún esfuerzo especial para resistir a su
poder, cuando la indiferencia predomina en la iglesia y en el mundo,
Satanás está a su gusto, pues no corre peligro de perder a los que
tiene cautivos y a merced suya. Pero cuando la atención de los
hombres se fija en las cosas eternas y las almas se preguntan: “¿Qué
debo yo hacer para ser salvo?” él está pronto para oponer su poder
al de Cristo y para contrarrestar la influencia del Espíritu Santo.
Las Sagradas Escrituras declaran que en cierta ocasión, cuando
los ángeles de Dios vinieron para presentarse ante el Señor, Satanás
vino también con ellos (
Job 1:6
), no para postrarse ante el Rey
eterno, sino para mirar por sus propios y malévolos planes contra
los justos. Con el mismo objeto está presente allí donde los hombres
se reunen para adorar a Dios. Aunque invisible, trabaja con gran
diligencia, tratando de gobernar las mentes de los fieles. Como
hábil general que es, fragua sus planes de antemano. Cuando ve al
ministro de Dios escudriñar las Escrituras, toma nota del tema que
va a ser presentado a la congregación, y hace uso de toda su astucia
y pericia para arreglar las cosas de tal modo que el mensaje de vida
no llegue a aquellos a quienes está engañando precisamente respecto
del punto que se ha de tratar. Hará que la persona que más necesite
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la admonición se vea apurada por algún negocio que requiera su
presencia, o impedida de algún otro modo de oír las palabras que
hubiesen podido tener para ella sabor de vida para vida.
Otras veces, Satanás ve a los siervos del Señor agobiados al
comprobar las tinieblas espirituales que envuelven a los hombres.
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