Página 20 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Cristo Nuestro Salvador
o lugares de culto, y los maestros, llamados rabinos, eran hombres
que gozaban fama de muy instruídos.
Jesús no frecuentó esas escuelas, porque en ellas se enseñaban
muchas cosas que no eran verdaderas. En vez de la Palabra de Dios,
se estudiaban doctrinas humanas, contrarias muchas veces a lo que
Dios había enseñado por los profetas.
Por el Espíritu Santo Dios mismo indicó a María cómo debía
educar a su Hijo. María enseñaba a Jesús por las Santas Escrituras,
y el niño aprendió a leer y a estudiar por sí mismo el Libro de Dios.
Además, Jesús era muy dado al estudio de las cosas maravillosas
que Dios había hecho en la tierra y en el cielo. En el libro de la
naturaleza estudiaba las plantas, los animales, el sol y las estrellas.
Día tras día observaba estas cosas. Procuraba aprender las lec-
ciones que encerraban y comprender la razón de su existencia.
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Los santos ángeles le acompañaban, y le ayudaban a comprender
a Dios por medio de esas cosas. Así mientras crecía en estatura y
fuerza, crecía también en conocimiento y sabiduría.
Todo niño puede obtener conocimientos de la misma manera
como Jesús los obtuvo. Sólo debemos dedicar nuestro tiempo a
aprender lo que es verdadero. La mentira y las fábulas no nos serán
de provecho.
Sólo la verdad es de valor, y ésta podemos aprenderla de la
Palabra de Dios y de las obras del Altísimo. A medida que estudie-
mos estas cosas, nuestra mente se fortalecerá, nuestros corazones se
purificarán, y seremos más parecidos a Cristo.
Cada año José y María iban a Jerusalén, a la fiesta de la pascua.
Cuando Jesús tuvo doce años de edad, le llevaron consigo.
Era éste un viaje agradable. La gente viajaba a pie, o cabalgaba
en bueyes o burros, y se requerían varios días para llegar a la capital.
La distancia desde Nazaret hasta Jerusalén es de unas veintidós
leguas. De todas partes del país, y aun de otras tierras, el pueblo
iba a aquella fiesta, y los de un mismo lugar viajaban generalmente
juntos en un grupo grande.
La fiesta se celebraba a fines de marzo o a principios de abril.
Era entonces primavera en Palestina, y todo el país estaba esmaltado
de flores, y los pájaros con sus cantos llenaban los aires de alegría.
Durante el viaje los padres relataban a sus hijos las maravillas
que Dios había hecho en beneficio de Israel en las edades pasadas,