Página 117 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Los cristianos deben representar a Dios
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los privilegios y la luz que él les ha concedido, aquellos son pesados
en la balanza, y los ángeles los declaran faltos
El pecado imperdonable
¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir
voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos,
por ejemplo, que uno presencie la obra especial del Espíritu de
Dios. Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía
con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es de
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Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación; lo domina el orgullo, la
suficiencia propia, o alguna otra característica mala; y rechazando
toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes
reconoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás. Por
medio de su Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y
cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu, y declaran
que es de Satanás, cortan el conducto por medio del cual Dios puede
comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que a Dios le agradó
darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones, y
como resultado son dejados en tinieblas. Así se cumplen las palabras
de Cristo: “Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas”.
Lucas 11:35
. Por un tiempo, las personas que han cometido este
pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presentan
circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar qué
clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del
enemigo, bajo su negro estandarte
Confesando o negando a Cristo
En nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cuales-
quiera relaciones que trabemos en la vida, sean ellas limitadas o
extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a
nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar.
Podemos negarle en nuestras palabras, por hablar mal de otros, por
conversaciones insensatas, bromas y burlas, por palabras ociosas o
desprovistas de bondad, o prevaricando al hablar contrariamente a la
verdad. Con nuestras palabras podemos confesar que Cristo no está
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en nosotros. Con nuestro carácter podemos negarle, amando nuestra