Página 483 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 66—“He aquí yo vengo pronto”
Hace poco, durante la noche, El Espíritu Santo me impresionó
con el pensamiento de que si el Señor ha de venir tan pronto como
nosotros creemos que lo hará, deberíamos ser más activos aún de
lo que hemos sido en los años pasados en la tarea de presentar la
verdad a la gente.
En relación con esto rememoré las actividades de los creyentes
adventistas de los años 1843 y 1844. En aquella época se realizaban
muchas visitas de casa en casa y se efectuaban esfuerzos incansables
para advertir a la gente acerca de lo que se dice en la Palabra de Dios.
Deberíamos desplegar un esfuerzo mayor aún del que realizaban
los que proclamaron tan fielmente el mensaje del primer ángel.
Nos aproximamos rápidamente al fin de la historia terrena, y al
comprender que Jesús en realidad está por venir debemos ponernos
de pie y trabajar como no lo hemos hecho nunca antes. Se nos pide
que hagamos resonar la alarma ante la gente. Y debemos mostrar en
nuestras propias vidas el poder de la verdad y la justicia. El mundo
ha de encontrarse pronto con el gran Legislador para dar cuenta
de su transgresión de la ley. Únicamente los que se apartan de la
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transgresión y aceptan obedecer pueden esperar perdón y paz.
¡Cuánto bien podría realizarse si todos los que tienen la verdad,
la Palabra de vida, trabajaran por el esclarecimiento de los que no la
poseen! Cuando los samaritanos acudieron a Cristo en respuesta a
la invitación de la mujer samaritana, Cristo los comparó, al hablar
con los discípulos, a un campo de trigo listo para la siega. Les dijo:
“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la
siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos,
porque ya están blancos para la siega”.
Juan 4:35
. Cristo permaneció
dos días con los samaritanos, porque estaban hambrientos de oír la
verdad. ¡Y fueron días ocupadísimos! Como resultado, “creyeron
muchos más por la palabra de él”.
Juan 4:41
. Este fue su testimonio:
“Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste
es el Salvador del mundo, el Cristo”.
Juan 4:42
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