Página 159 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 9—Se enciende una luz en Suiza
En la elección de los instrumentos que sirvieron para reformar
la iglesia se nota el mismo plan divino que en la de quienes la
establecieron. El Maestro celestial pasó por alto a los grandes de
la tierra, a los hombres que gozaban de reputación y de riquezas,
y estaban acostumbrados a recibir alabanzas y homenajes como
caudillos del pueblo. Eran tan orgullosos y tenían tanta confianza en
la superioridad de que se jactaban, que no hubieran podido amoldarse
a simpatizar con sus semejantes ni convertirse en colaboradores del
humilde Nazareno. Fue a los indoctos y rudos pescadores de Galilea
a quienes dirigió él su llamamiento: “Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres”.
Mateo 4:19
. Estos sí que eran humildes
y dóciles. Cuanto menos habían sentido la influencia de las falsas
doctrinas de su tiempo, tanto más fácil era para Cristo instruirlos y
educarlos para su servicio. Otro tanto sucedió cuando la Reforma.
Los principales reformadores eran hombres de humilde condición
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y más ajenos que sus coetáneos a todo sentimiento de orgullo de
casta así como a la influencia del fanatismo clerical. El plan de Dios
es valerse de instrumentos humildes para la realización de grandes
fines. La gloria no se tributa entonces a los hombres, sino a Aquel
que obra por medio de ellos el querer y el hacer según su buena
voluntad.
Pocas semanas después que naciera Lutero en la cabaña de un
minero de Sajonia, nació Ulrico Zuinglio, en la choza de un pastor
de los Alpes. Las circunstancias de que Zuinglio se vio rodeado en
su niñez y su primera educación contribuyeron a prepararlo para su
futura misión. Criado entre bellezas naturales imponentes, quedó
desde temprano impresionado por el sentimiento de la inmensidad, el
poder y la majestad de Dios. La historia de las hazañas que tuvieran
por teatro sus montes natales inflamó las aspiraciones de su juventud.
Junto a su piadosa abuela oyó los pocos relatos bíblicos que ella
espigara entre las leyendas y tradiciones de la iglesia. Con verdadero
interés oía él hablar de los grandes hechos de los patriarcas y de los
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