Página 180 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
puesta en manos del pueblo, despertaron sus facultades aletargadas,
y no solo purificaban y ennoblecían la naturaleza espiritual, sino que
daban nuevas fuerzas y vigor a la inteligencia.
Veíanse a personas de todas las clases sociales defender, con la
Biblia en la mano, las doctrinas de la Reforma. Los papistas que
habían abandonado el estudio de las Sagradas Escrituras a los sa-
cerdotes y a los monjes, les pidieron que viniesen en su auxilio a
refutar las nuevas enseñanzas. Empero, ignorantes de las Escrituras
y del poder de Dios, monjes y sacerdotes fueron completamente
derrotados por aquellos a quienes habían llamado herejes e indoc-
tos. “Desgraciadamente—decía un escritor católico—, Lutero ha
convencido a sus correligionarios de que su fe debe fundarse sola-
mente en la Santa Escritura” (
ibíd
., lib. 9, cap. II). Las multitudes se
congregaban para escuchar a hombres de poca ilustración defender
la verdad y hasta discutir acerca de ella con teólogos instruidos y
elocuentes. La vergonzosa ignorancia de estos grandes hombres se
descubría tan luego como sus argumentos eran refutados por las
sencillas enseñanzas de la Palabra de Dios. Los hombres de trabajo,
los soldados y hasta los niños, estaban más familiarizados con las
enseñanzas de la Biblia que los sacerdotes y los sabios doctores.
El contraste entre los discípulos del evangelio y los que sos-
tenían las supersticiones papistas no era menos notable entre los
estudiantes que entre las masas populares. “En oposición a los anti-
guos campeones de la jerarquía que había descuidado el estudio de
los idiomas y de la literaturas, [...] levantábanse jóvenes de mente
privilegiada, muchos de los cuales se consagraban al estudio de las
Escrituras, y se familiarizaban con los tesoros de la literatura antigua.
Dotados de rápida percepción, de almas elevadas y de corazones
intrépidos, pronto llegaron a alcanzar estos jóvenes tanta compe-
tencia, que durante mucho tiempo nadie se atrevía a hacerles frente
[...]. De manera que en los concursos públicos en que estos jóvenes
campeones de la Reforma se encontraban con doctores papistas, los
atacaban con tanta facilidad y confianza que los hacían vacilar y los
exponían al desprecio de todos” (
ibíd
.).
Cuando el clero se dio cuenta de que iba menguando el número
de los congregantes, invocó la ayuda de los magistrados, y por todos
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los medios a su alcance procuró atraer nuevamente a sus oyentes.
Pero el pueblo había hallado en las nuevas enseñanzas algo que