Página 241 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 14—En los Países Bajos y Escandinavia
En los Países Bajos se levantó muy temprano una enérgica pro-
testa contra la tiranía papal. Setecientos años antes de los tiempos de
Lutero, dos obispos que habían sido enviados en delegación a Roma,
al darse cuenta del verdadero carácter de la “santa sede”, dirigieron
sin temor al pontífice romano las siguientes acusaciones: Dios “hizo
reina y esposa suya a la iglesia, y la proveyó con bienes abundantes
para sus hijos, dotándola con una herencia perenne e incorruptible,
entregándole corona y cetro eternos; [...] pero estos favores vos los
habéis usurpado como un ladrón. Os introducís en el templo del
Señor y en él os eleváis como Dios; en vez de pastor, sois el lobo de
las ovejas, [...] e intentáis hacernos creer que sois el obispo supremo
cuando no sois más que un tirano [...]. Lejos de ser siervo de siervos,
como a vos mismo os llamáis, sois un intrigante que desea hacerse
señor de señores [...]. Hacéis caer en el desprecio los mandamientos
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de Dios [...]. El Espíritu Santo es el edificador de las iglesias en
todos los ámbitos del mundo [...]. La ciudad de nuestro Dios, de la
que somos ciudadanos abarca todas las partes del cielo, y es mayor
que la que los santos profetas llamaron Babilonia y que aseverando
ser divina, se iguala al cielo, se envanece de poseer ciencia inmortal,
y finalmente sostiene, aunque sin razón, que nunca erró ni puede
errar jamás”. Brandt,
History of the Reformation in and about the
Low Countries 1:6
.
Otros hombres se levantaron siglo tras siglo para repetir esta
protesta. Y aquellos primitivos maestros que, atravesando diferentes
países y conocidos con diferentes nombres, poseían el carácter de los
misioneros valdenses y esparcían por todas partes el conocimiento
del evangelio, penetraron en los Países Bajos. Sus doctrinas cundie-
ron con rapidez. Tradujeron la Biblia valdense en verso al holandés.
“En ella hay—decían—muchas ventajas; no tiene chanzas, ni fá-
bulas, ni cuentos, ni engaños; solo tiene palabras de verdad. Bien
puede tener por aquí y por allí alguna que otra corteza dura, pero
aun en estos trozos no es difícil descubrir la médula y lo dulce de
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