Página 405 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El templo de Dios
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inmaculadas de su propia justicia, a fin de unirlas con ángeles que
no cayeron jamás y permitirles vivir para siempre en la presencia de
Dios.
La obra mediadora de Cristo en favor del hombre se presenta en
esta hermosa profecía de Zacarías relativa a Aquel “cuyo nombre es
El Vástago”. El profeta dice: “Sí, edificará el templo de Jehová, y
llevará sobre sí la gloria; y se sentará y reinará sobre su trono, siendo
Sacerdote sobre su trono; y el consejo de la paz estará entre los dos”.
Zacarías 6:12, 13 (VM)
.
“Sí, edificará el templo de Jehová”. Por su sacrificio y su media-
ción, Cristo es el fundamento y el edificador de la iglesia de Dios. El
apóstol Pablo le señala como “la piedra principal del ángulo: en la
cual todo el edificio, bien trabado consigo mismo, va creciendo para
ser un templo santo en el Señor; en quien—dice—vosotros también
sois edificados juntamente, para ser morada de Dios, en virtud del
Espíritu”.
Efesios 2:20-22 (VM)
.
“Y llevará sobre sí la gloria”. Es a Cristo a quien pertenece la
gloria de la redención de la raza caída. Por toda la eternidad, el canto
de los redimidos será: “A Aquel que nos ama, y nos ha lavado de
nuestros pecados en su misma sangre, [...] a él sea la gloria y el
dominio por los siglos de los siglos”.
Apocalipsis 1:5, 6 (VM)
.
“Y se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su
trono”. No todavía “sobre el trono de su gloria”; el reino de gloria no
le ha sido dado aún. Solo cuando su obra mediadora haya terminado,
“le dará el Señor Dios el trono de David su padre”, un reino del que
“no habrá fin”.
Lucas 1:32, 33
. Como sacerdote, Cristo está sentado
ahora con el Padre en su trono.
Apocalipsis 3:21
. En el trono, en
compañía del Dios eterno que existe por sí mismo, está Aquel que
“ha llevado nuestros padecimientos, y con nuestros dolores [...] se
cargó”, quien fue “tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin
pecado”, para que pudiese “también socorrer a los que son tentados”.
“Si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a
Jesucristo el justo.”
Isaías 53:4
;
Hebreos 4:15
;
2:18
;
1 Juan 2:1
[412]
(VM)
. Su intercesión es la de un cuerpo traspasado y quebrantado y
de una vida inmaculada. Las manos heridas, el costado abierto, los
pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuya redención
fue comprada a tan infinito precio.