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El Conflicto de los Siglos
cruz!” (discurso pronunciado en Plymouth, Massachusetts, el 22 de
diciembre de 1824).
“Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero”. Los cuer-
nos semejantes a los de un cordero representan juventud, inocencia
y mansedumbre, rasgos del carácter de los Estados Unidos cuando
el profeta vio que esa nación “subía” en 1798. Entre los primeros
expatriados cristianos que huyeron a América en busca de asilo
contra la opresión real y la intolerancia sacerdotal, hubo muchos
que resolvieron establecer un gobierno sobre el amplio fundamento
de la libertad civil y religiosa. Sus convicciones hallaron cabida en
la declaración de la independencia que hace resaltar la gran verdad
de que “todos los hombres son creados iguales”, y poseen derechos
inalienables a la “vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad”.
Y la Constitución garantiza al pueblo el derecho de gobernarse a
sí mismo, y establece que los representantes elegidos por el voto
popular promulguen las leyes y las hagan cumplir. Además, fue
otorgada la libertad religiosa, y a cada cual se le permitió adorar
a Dios según los dictados de su conciencia. El republicanismo y
el protestantismo vinieron a ser los principios fundamentales de la
nación. Estos principios son el secreto de su poder y de su pros-
peridad. Los oprimidos y pisoteados de toda la cristiandad se han
dirigido a este país con afán y esperanza. Millones han fondeado
en sus playas, y los Estados Unidos han llegado a ocupar un puesto
entre las naciones más poderosas de la tierra.
Pero la bestia que tenía cuernos como un cordero “hablaba co-
mo dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su
presencia. Y hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren
a la bestia primera, cuya herida mortal fue sanada [...] diciendo a
los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia
que recibió el golpe de espada, y sin embargo vivió”.
Apocalipsis
13:11-14 (VM)
.
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Los cuernos como de cordero y la voz de dragón del símbolo
indican una extraña contradicción entre lo que profesa ser y lo que
práctica la nación así representada. El “hablar” de la nación son
los actos de sus autoridades legislativas y judiciales. Por esos actos
la nación desmentirá los principios liberales y pacíficos que expre-
só como fundamento de su política. La predicción de que hablará
“como dragón” y ejercerá “toda la autoridad de la primera bestia”,