Página 482 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
Entonces fue cuando la culpabilidad de Satanás se destacó en
toda su desnudez. Había dado a conocer su verdadero carácter de
mentiroso y asesino. Se echó de ver que el mismo espíritu con el
cual él gobernaba a los hijos de los hombres que estaban bajo su
poder, lo habría manifestado en el cielo si hubiese podido gobernar
a los habitantes de este. Había aseverado que la transgresión de la
ley de Dios traería consigo libertad y ensalzamiento; pero lo que
trajo en realidad fue servidumbre y degradación.
Los falsos cargos de Satanás contra el carácter del gobierno
divino aparecieron en su verdadera luz. Él había acusado a Dios de
buscar tan solo su propia exaltación con las exigencias de sumisión y
obediencia por parte de sus criaturas, y había declarado que mientras
el Creador exigía que todos se negasen a sí mismos él mismo no
practicaba la abnegación ni hacía sacrificio alguno. Entonces se vio
que para salvar una raza caída y pecadora, el Legislador del universo
había hecho el mayor sacrificio que el amor pudiera inspirar, pues
“Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí”.
2 Corintios
5:19
. Se vio además que mientras Lucifer había abierto la puerta
al pecado debido a su sed de honores y supremacía, Cristo, para
destruir el pecado, se había humillado y hecho obediente hasta la
muerte.
Dios había manifestado cuánto aborrece los principios de rebe-
lión. Todo el cielo vio su justicia revelada, tanto en la condenación
de Satanás como en la redención del hombre. Lucifer había decla-
rado que si la ley de Dios era inmutable y su penalidad irremisible,
todo transgresor debía ser excluido para siempre de la gracia del
Creador. Él había sostenido que la raza pecaminosa se encontraba
fuera del alcance de la redención y era por consiguiente presa legíti-
ma suya. Pero la muerte de Cristo fue un argumento irrefutable en
favor del hombre. La penalidad de la ley caía sobre él que era igual
a Dios, y el hombre quedaba libre de aceptar la justicia de Dios y de
triunfar del poder de Satanás mediante una vida de arrepentimiento
y humillación, como el Hijo de Dios había triunfado. Así Dios es
justo, al mismo tiempo que justifica a todos los que creen en Jesús.
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Pero no fue tan solo para realizar la redención del hombre para
lo que Cristo vino a la tierra a sufrir y morir. Vino para engrandecer
la ley y hacerla honorable. Ni fue tan solo para que los habitantes de
este mundo respetasen la ley cual debía ser respetada, sino también