Página 583 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 40—El tiempo de angustia
“y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está
por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue
después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo será
libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro”.
Daniel 12:1
.
Cuando termine el mensaje del tercer ángel la misericordia divina
no intercederá más por los habitantes culpables de la tierra. El pueblo
de Dios habrá cumplido su obra; habrá recibido “la lluvia tardía”,
el “refrigerio de la presencia del Señor”, y estará preparado para la
hora de prueba que le espera. Los ángeles se apuran, van y vienen
de acá para allá en el cielo. Un ángel que regresa de la tierra anuncia
que su obra está terminada; el mundo ha sido sometido a la prueba
final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos divinos
han recibido “el sello del Dios vivo”. Entonces Jesús dejará de
interceder en el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran
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voz dirá “Hecho es”, y todas las huestes de los ángeles depositarán
sus coronas mientras él anuncia en tono solemne: “¡El que es injusto,
sea injusto aún; y el que es sucio, sea sucio aún; y el que es justo,
sea justo aún; y el que es santo, sea aún santo!”
Apocalipsis 22:11
(VM)
. Cada caso ha sido fallado para vida o para muerte. Cristo ha
hecho propiciación por su pueblo y borrado sus pecados. El número
de sus súbditos está completo; “el reino, y el señorío y la majestad
de los reinos debajo de todo el cielo” van a ser dados a los herederos
de la salvación y Jesús va a reinar como Rey de reyes y Señor de
señores.
Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los
habitantes de la tierra. Durante ese tiempo terrible, los justos deben
vivir sin intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a los
malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empeder-
nidos. La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha rechazado
su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley; Los im-
píos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios,
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