Página 626 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 43—El fin del conflicto
Al fin de los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le
acompaña la hueste de los redimidos, y le sigue una comitiva de
ángeles. Al descender en majestad aterradora, manda a los muertos
impíos que resuciten para recibir su condenación. Se levanta su gran
ejército, innumerable como la arena del mar. ¡Qué contraste entre
ellos y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos
estaban revestidos de juventud y belleza inmortales. Los impíos
llevan las huellas de la enfermedad y de la muerte.
Todas las miradas de esa inmensa multitud se vuelven para
contemplar la gloria del Hijo de Dios. A una voz las huestes de los
impíos exclaman: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
No es el amor a Jesús lo que les inspira esta exclamación, sino
que el poder de la verdad arranca esas palabras de sus labios. Los
impíos salen de sus tumbas tales como a ellas bajaron, con la misma
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enemistad hacia Cristo y el mismo espíritu de rebelión. No disponen
de un nuevo tiempo de gracia para remediar los defectos de su
vida pasada, pues de nada les serviría. Toda una vida de pecado no
ablandó sus corazones. De serles concedido un segundo tiempo de
gracia, lo emplearían como el primero, eludiendo las exigencias de
Dios e incitándose a la rebelión contra él.
Cristo baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió
después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa
de su regreso. El profeta dice: “Vendrá Jehová mi Dios, y con él todos
los santos”. “En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los
Olivos, que está en frente de Jerusalén, al oriente. El Monte de los
Olivos, se partirá por la mitad [...] formando un valle muy grande”.
“Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será
único, y único será su nombre”.
Zacarías 14:5, 4, 9 (RV95)
. La nueva
Jerusalén, descendiendo del cielo en su deslumbrante esplendor, se
asienta en el lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, su
pueblo y los ángeles, entran en la santa ciudad.
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