Capítulo 7—En la encrucijada de los caminos
El mas distinguido de todos los que fueron llamados a guiar a la
iglesia de las tinieblas del papado a la luz de una fe más pura, fué
Martín Lutero. Celoso, ardiente y abnegado, sin más temor que el
temor de Dios y sin reconocer otro fundamento de la fe religiosa
que el de las Santas Escrituras, fué Lutero el hombre de su época.
Por su medio realizó Dios una gran obra para reformar a la iglesia e
iluminar al mundo.
A semejanza de los primeros heraldos del Evangelio, Lutero
surgió del seno de la pobreza. Sus primeros años transcurrieron en
el humilde hogar de un aldeano de Alemania, que con su oficio de
minero ganara los medios necesarios para educar al niño. Quería que
ese hijo fuese abogado, pero Dios se había propuesto hacer de él un
constructor del gran templo que venía levantándose lentamente en
el transcurso de los siglos. Las contrariedades, las privaciones y una
disciplina severa constituyeron la escuela donde la Infinita Sabiduría
preparara a Lutero para la gran misión que iba a desempeñar.
El padre de Lutero era hombre de robusta y activa inteligencia
y de gran fuerza de carácter, honrado, resuelto y franco. Era fiel
a las convicciones que le señalaban su deber, sin cuidarse de las
consecuencias. Su propio sentido común le hacía mirar con descon-
fianza el sistema monástico. Le disgustó mucho ver que Lutero, sin
su consentimiento, entrara en un monasterio, y pasaron dos años
antes que el padre se reconciliara con el hijo, y aun así no cambió
de opinión.
Los padres de Lutero velaban con gran esmero por la educación
y el gobierno de sus hijos. Procuraban instruirlos en el conocimiento
de Dios y en la práctica de las virtudes cristianas. Muchas veces
oía el hijo las oraciones que su padre dirigía al Cielo para pedir que
[130]
Martín tuviera siempre presente el nombre del Señor y contribuyese
un día a propagar la verdad. Los padres no desperdiciaban los medios
que su trabajo podía proporcionarles, para dedicarse a la cultura
moral e intelectual. Hacían esfuerzos sinceros y perseverantes para
110