Una amonestación rechazada
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más particularmente a las iglesías de los Estados Unidos de Norte-
américa, donde la amonestación del juicio había sido también más
ampliamente proclamada y más generalmente rechazada, y donde el
decaimiento de las iglesias había sido más rápido. Pero el mensaje
del segundo ángel no alcanzó su cumplimiento total en 1844. Las
iglesias decayeron entonces moralmente por haber rechazado la luz
del mensaje del advenimiento; pero este decaimiento no fué comple-
to. A medida que continuaron rechazando las verdades especiales
para nuestro tiempo, fueron decayendo más y más. Sin embargo aún
no se puede decir: “¡Caida, caída es la gran Babilonia, la cual ha
hecho que
todas las naciones
beban del vino de la ira de su forni-
cación!” Aún no ha dado de beber a todas las naciones. El espíritu
de conformidad con el mundo y de indiferencia hacia las verdades
que deben servir de prueba en nuestro tiempo, existe y ha estado
ganando terreno en las iglesias protestantes de todos los países de
la cristiandad; y estas iglesias están incluidas en la solemne y terri-
ble amonestación del segundo ángel. Pero la apostasía aún no ha
culminado.
La Biblia declara que antes de la venida del Señor, Satanás
obrará “con
todo
poder, y con señales, y con maravillas mentirosas,
y con todo el artificio de la injusticia,” y que todos aquellos que “no
admitieron el amor de la verdad para” ser “salvos,” serán dejados
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para que reciban “la eficaz operación de error, a fin de que crean a
la mentíra.”
2 Tesalonicenses 2:9-11 (VM)
. La caída de Babilonia
no será completa sino cuando la iglesia se encuentre en este estado,
y la unión de la iglesia con el mundo se haya consumado en toda la
cristiandad. El cambio es progresivo, y el cumplimiento perfecto de
Apocalipsis 14:8
está aún reservado para lo por venir.
A pesar de las tinieblas espirituales y del alejamiento de Dios
que se observan en las iglesias que constituyen Babilonia, la mayoría
de los verdaderos discípulos de Cristo se encuentran aún en el seno
de ellas. Muchos de ellos no han óido nunca proclamar las verdades
especiales para nuestro tiempo. No pocos están descontentos con su
estado actual y tienen sed de más luz. En vano buscan el espíritu de
Cristo en las iglesias a las cuales pertenecen. Como estas congrega-
ciones se apartan más y más de la verdad y se van uniendo más y
más con el mundo, la diferencia entre ambas categorías de cristianos
se irá acentuando hasta quedar consumada la separación. Llegará