Página 39 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El destino del mundo predicho
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que menosprecian los dones de la gracia divina y que resisten a las
instancias de la misericordia divina. Nunca se dió un testimonio más
decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán inevitable es
el castigo que sobre sí atraen los culpables.
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre
Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del
primero no fué más que un pálido reflejo de lo que será el segundo.
En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la
condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y
pisoteó su ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha
conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos,
el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor; horrendas han
sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del Cielo;
pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones
de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de
alborotos, conflictos y contiendas, “toda la armadura del guerrero
en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre” (
Isaías
9:5, VM
), ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores
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de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los
impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de
la saña satánica? Entonces el mundo verá como nunca los vió, los
resultados del gobierno de Satanás.
Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción
de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos
todos aquellos cuyo nombre esté “inscrito para la vida.”
Isaías 4:3
(VM)
. Nuestro Señor Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez
para llevarse a los suyos: “Entonces se mostrará la señal del Hijo
del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del
cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz
de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un
cabo del cielo hasta el otro.”
Mateo 24:30, 31
. Entonces los que no
obedezcan al Evangelio serán muertos con el aliento de su boca y
destruídos con el resplandor de su venida.
2 Tesalonicenses 2:8
. Así
como le sucedió antiguamente a Israel, los malvados se destruirán a
sí mismos, y perecerán víctimas de su iniquidad. Debido a su vida
pecaminosa los hombres se han apartado tanto del Señor y tanto