Página 404 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
En el lugar santísimo se encontraba el arca, cofre de madera
preciosa cubierta de oro, depósito de las dos tablas de piedra sobre
las cuales Dios había grabado la ley de los diez mandamientos. Sobre
el arca, a guisa de cubierta del sagrado cofre, estaba el propiciatorio,
verdadera maravilla artística, coronada por dos querubines, uno en
cada extremo y todo de oro macizo. En este departamento era donde
se manifestaba la presencia divina en la nube de gloria entre los
querubines.
Después que los israelitas se hubieron establecido en Canaán el
tabernáculo fué reemplazado por el templo de Salomón, el cual, aun-
que edificio permanente y de mayores dimensiones, conservaba las
mismas proporciones y el mismo amueblado. El santuario subsistió
así—menos durante el plazo en que permaneció en ruinas en tiempo
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de Daniel—hasta su destrucción por los romanos, en el año 70 de
nuestra era.
Tal fué el único santuario que haya existido en la tierra y del cual
la Biblia nos dé alguna información. San Pablo dijo de él que era el
santuario del primer pacto. Pero ¿no tiene el nuevo pacto también el
suyo?
Volviendo al libro de los Hebreos, los que buscaban la verdad
encontraron que existía un segundo santuario, o sea el del nuevo
pacto, al cual se alude en las palabras ya citadas del apóstol Pablo:
“En verdad el primer pacto
también
tenía reglamentos del culto, y su
santuario que lo era de este mundo.” El uso de la palabra “también”
implica que San Pablo ha hecho antes mención de este santuario.
Volviendo al principio del capítulo anterior, se lee: “Lo principal,
pues, entre las cosas que decimos es esto: Tenemos un tal sumo
sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en
los cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que
plantó el Señor, y no el hombre.”
Hebreos 8:1, 2 (VM)
.
Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario
del primer pacto fué asentado por el hombre, construído por Moisés;
éste segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel
santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en éste
es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra
de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el
cielo.