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El Conflicto de los Siglos
“Y el consejo de la paz estará entre los dos.” El amor del Padre,
no menos que el del Hijo, es la fuente de salvación para la raza
perdida. Jesús había dicho a sus discípulos antes de irse: “No os
digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os
ama.”
Juan 16:26, 27
. “Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo
mismo al mundo.”
2 Corintios 5:19 (VM)
. Y en el ministerio del
santuario celestial, “el consejo de la paz estará entre los dos.”
“De
tal manera amó
Dios al mundo, que dió a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Juan 3:16 (VM)
.
Las Escrituras contestan con claridad a la pregunta: ¿Qué es el
santuario? La palabra “santuario,” tal cual la usa la Biblia, se refiere,
en primer lugar, al tabernáculo que construyó Moisés, como figura o
imagen de las cosas celestiales; y, en segundo lugar, al “verdadero
tabernáculo” en el cielo, hacia el cual señalaba el santuario terrenal.
Muerto Cristo, terminó el ritual típico. El “verdadero tabernáculo”
en el cielo es el santuario del nuevo pacto. Y como la profecía de
(
Daniel 8:14
) se cumple en esta dispensación, el santuario al cual
se refiere debe ser el santuario del nuevo pacto. Cuando terminaron
los 2.300 días, en 1844, hacía muchos siglos que no había santuario
en la tierra. De manera que la profecía: “Hasta dos mil y trescientas
tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario,” se refiere
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indudablemente al santuario que está en el cielo.
Pero queda aún la pregunta más importante por contestar: ¿Qué
es la purificación del santuario? En el Antiguo Testamento se hace
mención de un servicio tal con referencia al santuario terrenal. ¿Pero
puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno capítulo de
la Epístola a los Hebreos, se menciona claramente la purificación
de ambos santuarios, el terrenal y el celestial. “Según la ley, casi
todas las cosas son purificadas con sangre; y sin derramamiento de
sangre no hay remisión. Fué pues necesario que las representaciones
de las cosas celestiales fuesen purificadas con estos sacrificios, pero
las mismas cosas celestiales, con mejores sacrificios que éstos”
(
Hebreos 9:22, 23, VM
), a saber, la preciosa sangre de Cristo.
En ambos servicios, el típico y el real, la purificación debe efec-
tuarse con sangre; en aquél con sangre de ánimales; en éste, con
la sangre de Cristo. San Pablo dice que la razón por la cual esta
purificación debe hacerse con sangre, es porque sin derramamiento