Jesucristo nuestro abogado
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que estaban lamentando la defraudación de sus esperanzas, se había
realizado el acontecimiento que estaba predicho por el mensaje, y
que debía cumplirse antes de que el Señor pudiese aparecer para
recompensar a sus siervos.
Cristo había venido, no a la tierra, como ellos lo esperaban, sino,
como estaba simbolizado en el símbolo, al lugar santísimo del templo
de Dios en el cielo. El profeta Daniel le representa como viniendo
en ese tiempo al Anciano de días: “Estaba mirando en visiones de la
noche, y he aquí que sobre las nubes del cielo venía Uno parecido
a un hijo de hombre; y vino”—no a la tierra, sino—“al Anciano de
días, y le trajeron delante de él.”
Daniel 7:13 (VM)
.
Esta venida está predicha también por el profeta Malaquías:
“Repentinamente vendrá a su Templo el Señor a quien buscáis: es
decir, el Angel del Pacto, en quien os deleitéis; he aquí que vendrá,
dice Jehová de los Ejércitos.”
Malaquías 3:1 (VM)
. La venida del
Señor a su templo fué repentina, de modo inesperado, para su pueblo.
Este no le esperaba
allí
. Esperaba que vendría a la tierra, “en llama de
fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen
al evangelio.”
2 Tesalonicenses 1:8
.
Pero el pueblo no estaba aún preparado para if al encuentro de
su Señor. Todavía le quedaba una obra de preparación que cumplir.
Debía serle comunicada una luz que dirigiría su espíritu hacia el
templo de Dios en el cielo; y mientras siguiera allí por le a su
Sumo Sacerdote en el desempeño de su ministerio se le revelarían
nuevos deberes. Había de darse a la iglesia otro mensaje de aviso e
instrucción.
El profeta dice: “¿Pero quién es capaz de soportar el día de su
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advenimiento? ¿y quién podrá estar en pie cuando él apareciere?
porque será como el fuego del acrisolador, y como el jabón de los
bataneros; pues que se sentará como acrisolador y purificador de la
plata; y purificará a los hijos de Leví, y los afinará como el oro y la
plata, para que presenten a Jehová ofrenda en justicia.”
Malaquías
3:2, 3 (VM)
. Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de
Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del
Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus
caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión.
Por la gracia de Dios y sus propios y diligentes esfuerzos deberán
ser vencedores en la lucha con el mal. Mientras se prosigue el juicio