Página 417 - El Conflicto de los Siglos (1954)

Basic HTML Version

Jesucristo nuestro abogado
413
de personas representadas por las vírgenes prudentes y fatuas: la
una que esperaba con regocijo la aparición del Señor y se había
estado preparando diligentemente para ira su encuentro; la otra que,
presa del temor y obrando por impulso, se había dado por satisfecha
con una teoría de la verdad, pero estaba destituída de la gracia
de Dios. En la parábola, cuando vino el Esposo, “las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas.” La venida del Esposo,
presentada aquí, se verifica antes de la boda. La boda representa el
acto de ser investido Cristo de la dignidad de Rey. La ciudad santa,
la nueva Jerusalén, que es la capital del reino y lo representa, se
llama “la novia, la esposa del Cordero.” El ángel dijo a San Juan:
“Ven acá; te mostraré la novia, la esposa del cordero.” “Me llevó
en el Espíritu,” agrega el profeta, “y me mostró la santa ciudad de
Jerusalem, descendiendo del cielo, desde Dios.”
Apocalipsis 21:9, 10
(VM)
. Salta pues a la vista que la Esposa representa la ciudad santa, y
las vírgenes que van al encuentro del Esposo representan a la iglesia.
[480]
En el Apocalipsis, el pueblo de Dios lo constituyen los invitados
a la cena de las bodas.
Apocalipsis 19:9
. Si son los
invitados,
no
pueden representar también a la
esposa
. Cristo, según el profeta
Daniel, recibirá del Anciano de días en el cielo “el dominio, y la
gloria, y el reino,” recibirá la nueva Jerusalén, la capital de su reino,
“preparada como una novia engalanada para su esposo.”
Daniel 7:14
;
Apocalipsis 21:2 (VM)
. Después de recibir el reino, vendrá en su
gloria, como Rey de reyes y Señor de señores, para redimir a los
suyos, que “se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob,” en su reino
(
Mateo 8:11
;
Lucas 22:30
), para participar de la cena de las bodas
del Cordero.
La proclamación: “¡He aquí que viene el Esposo!” en el verano
de 1844, indujo a miles de personas a esperar el advenimiento inme-
diato del Señor. En el tiempo señalado, vino el Esposo, no a la tierra,
como el pueblo lo esperaba, sino hasta donde estaba el Anciano
de días en el cielo, a las bodas; es decir, a recibir su reino. “Las
que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y fué cerrada
la puerta.” No iban a asistir en persona a las bodas, ya que éstas
se verifican en el cielo mientras que ellas están en la tierra. Los
discípulos de Cristo han de esperar “a su Señor, cuando haya de
volver
de las bodas.”
Lucas 12:36 (VM)
. Pero deben comprender