Capítulo 31—El peor enemigo del hombre
“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y
la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar.”
Génesis 3:15
. La divina sentencia pronunciada contra
Satanás después de la caída del hombre fué también una profecía
que, abarcando las edades hasta los últimos tiempos, predecía el
gran conflicto en que se verían empeñadas todas las razas humanas
que hubiesen de vivir en la tierra.
Dios declara: “Enemistad pondré.” Esta enemistad no es fomen-
tada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina,
su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en diver-
gencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural
entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron
malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino
cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejem-
plo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan
en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese interpuesto
especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cie-
lo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia
humana se habría unido en oposición a Dios.
Satanás tentó al hombre a que pecase, como había inducido a los
ángeles a rebelarse, a fin de asegurarse su cooperación en su lucha
contra el cielo. No había disensión alguna entre él y los ángeles
caídos en cuanto al odio que sentían contra Cristo; mientras que
estaban en desacuerdo tocante a todos los demás puntos, era unánime
su oposición a la autoridad del Legislador del universo. Pero al oír
Satanás que habría enemistad entre él y la mujer, y entre sus linajes,
comprendió que serían contrarrestados sus esfuerzos por corromper
la naturaleza humana y que se capacitaría al hombre para resistirle.
[560]
Lo que enciende la enemistad de Satanás contra la raza humana,
es que ella, por intermedio de Cristo, es objeto del amor y de la
misericordia de Dios. Lo que él quiere entonces es oponerse al
plan divino de la redención del hombre, deshonrar a Dios mutilando
484