Página 554 - El Conflicto de los Siglos (1954)

Basic HTML Version

550
El Conflicto de los Siglos
que lo había suplantado. En el siglo XVI un concilio papal ordenó
explícitamente: “Recuerden todos los cristianos que el séptimo día
fué consagrado por Dios y aceptado y observado no sólo por los
judíos, sino también por todos los que querían adorar a Dios; no
obstante nosotros los cristianos hemos cambiado el sábado de ellos
en el día del Señor, domingo.”
Id.,
págs. 281, 282. Los que estaban
pisoteando la ley divina no ignoraban el carácter de la obra que esta-
ban realizando. Se estaban colocando deliberadamente por encima
de Dios.
Un ejemplo sorprendente de la política de Roma contra los
que no concuerdan con ella se encuentra en la larga y sangrienta
persecución de los valdenses, algunos de los cuales observaban el
sábado. Otros sufrieron de modo parecido por su fidelidad al cuarto
mandamiento. La historia de las iglesias de Etiopía, o Abisinia, es
especialmente significativa. En medio de las tinieblas de la Edad
Media, se perdió de vista a los cristianos del Africa central, quienes,
olvidados del mundo, gozaron de plena libertad en el ejercicio de
su fe. Pero al fin Roma descubrió su existencia y el emperador
de Abisinia fué pronto inducido a reconocer al papa como vicario
de Cristo. Esto fué principio de otras concesiones. Se proclamó
un edicto que prohibía la observancia del sábado, bajo las penas
más severas.
(Véase Miguel Geddes,
Church History of Ethiopia,
págs. 311, 312.)
Pero la tiranía papal se convirtió luego en yugo
tan amargo que los abisinios resolvieron sacudirlo. Después de una
[635]
lucha terrible, los romanistas fueron expulsados de Abisinia y la
antigua fe fué restablecida. Las iglesias se regocijaron en su libertad
y no olvidaron jamás la lección que habían aprendido respecto al
engaño, al fanatismo y al poder despótico de Roma. En medio de su
reino aislado se sintieron felices de permanecer desconocidos para
el resto de la cristiandad.
Las iglesias de Africa observaban el sábado como lo había ob-
servado la iglesia papal antes de su completa apostasía. Al mismo
tiempo que guardaban el séptimo día en obediencia al mandamiento
de Dios, se abstenían de trabajar el domingo conforme a la costum-
bre de la iglesia. Al lograr el poder supremo, Roma había pisoteado
el día de reposo de Dios para enaltecer el suyo propio; pero las igle-
sias de Africa, desconocidas por cerca de mil años, no participaron
de esta apostasía. Cuando cayeron bajo el cetro de Roma, fueron